Va por usted, señora

Nos encontramos el lunes, en Cuatro Caminos, a la salida del súper, y usted me dijo: “Siga así, que, entre todos, vamos a superar esto”. Al día siguiente en esta ciudad se reunieron grandes empresarios, algunos bajo la lupa de la opinión pública y publicada; banqueros de los que aprietan al pobre y reverencian, a veces condonándoles deudas, a los que mandan y financieros que tienen bajo su responsabilidad el pan de cada día de los ciudadanos corrientes y el futuro de las nuevas generaciones.
Uno dijo, y ni se puso colorado ni nada, que ellos eran los impulsores del progreso y que por eso habían apostado por la modernización, la digitalización, pero no contó los “muertos” –cadáveres laborales, se entiende– que, sobre sus cenizas, y mientras ellos aumentaron sus beneficios, los clientes perdieron facilidades en el trato con la empresa. 
Y nos cuentan eso cuando el caso Rato tiene indignada a la población. Y nos vienen con esas donde –aquí, Galicia, junto con Extremadura– tenemos los salarios más bajos. Nos hablan del futuro tras un presente donde los recortes en educación, sanidad, dependencia, servicios sociales, se presenta negro, pues a los brotes verdes que programan desde los poderes fácticos, con el apoyo cómplice del Gobierno, Europa nos pide más sangre y nos vaticina más sudor y lágrimas.
Nos quieren apaciguar, amedrentar, convencer, cuando Merkel nos retira esa soberanía de la presume Rajoy, al encomendarnos nuevas tareas, otros sacrificios a los de siempre, con lo que de igualdad no hablemos. Nos hablan de sus grandes proyectos, nos piden paciencia y solidaridad cuando el esqueleto del Gaiás se ha “comido”, en quince años, alrededor de 300 millones de euros que abrieron un agujero en muchas necesidades ciudadanas.
Nos hablan del trabajo bien hecho cuando ahí está el complejo hospitalario vigués, el Puerto Exterior coruñés, la autovía A Coruña-Carballo, convertida en autopista para mayor gloria de los financieros y, ay, algunos políticos. Mientras ellos venden su mercancía, el sector turístico contrata el personal con salarios que no admitirían los esclavistas y, en general, el becario de anteayer, precario ayer, es hoy otro esclavo.
Claro que hacen falta los empresarios, los financieros pero son imprescindibles los trabajadores y los consumidores. Como ya dije más veces: uno a uno somos soldados derrotados pero juntos formamos un ejército invencible. Tiene usted razón, señora. Vamos a por ellos… por nosotros.

Va por usted, señora

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