¡SOCORRO, EL MINISTRO!

Lo contó en la tele un representante sindical: en la Guardia Civil un brigada lleva años demostrando su fascismo –mala educación y peores sentimientos– a través de tuits donde niega el holocausto, firma con las siglas de la SS (firmando 88), pide la vuelta de Franco, amenaza a los parlamentarios de la oposicón y otras lindezas que no vienen al caso. El representante sindical le pidió al ministro, tan atento a otros mensajes en internet con antigüedad demostrada, que tomara medidas…
En la pasada sesión de control al Gobierno varios parlamentarios de la oposición acusaron al pío ministro de los palos de construir un cuartel en el pueblo de su mamá (que tiene apenas mil vecinos) de externalizar varios servicios de prisiones a favor de empresas amigas; de espiar a la oposición en el más puro ejemplo de la policía franquista; de haber abandonado a su suerte a los que fueron escoltas de las autoridades en el período más duro del terrorismo después de muchas promesas y de otras cosillas, como permitir a un familiar presenciar una operación antiterrorista para “fardar” luego en el periódico de la universidad o algunos cariños con su perro a la hora de acompañarlo en los viajes…
Como viene siendo habitual en la bancada de derechas la respuesta, que acompaña a la negación y no a la explicación, es el “y tú más”, que, francamente, ya no cuela, como tampoco lo de la herencia recibida tras años de mando en las plazas de Valencia, Madrid etc., donde más prendió la corrupción y más alta es la deuda….
Pero es que el asunto no es baladí: es que así los propios sindicatos de la Policía y la Guardia Civil se hartan de acusar al ministro o bien por la falta de chalecos antibalas o bien por la permanencia en el mando de personas con claro déficit democrático y se le unen acusaciones desde el Parlamento, el caso merece más atención por parte del jefe del Ejecutivo, que, no lo duden, es el máximo responsable de la política y de los nombramientos. La política, con la ley mordaza que puede llevar a la cárcel a los periodistas que en una manifestación recojan excesos policiales o la reforma del Código Penal, criticada por magistrados, abogados y otros colectivos, son dos muestras que vienen a coincidir con esas acusaciones al ministro.
¿Merecemos una explicación?
Socorro, que viene el ministro… y su perro ¿? Lola

¡SOCORRO, EL MINISTRO!

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