SEÑOR SANTIAGO, ¿NOS ESCUCHA?

Amuchos visitantes les extraña que Santiago matamoros, sea a la vez el campeón de España y de Galicia y a otros muchos les parece muy extraño que se mezclen en la fiesta el ejército, la iglesia, la autoridad civil, peregrinos, católicos practicantes y los que no creen nada… 
A otros muchos les gustaría más que los representantes de los ciudadanos, en lugar de encargarle al señor Santiago que arregle sus problemas, y los de sus conciudadanos, se dedicaran ellos a la tarea que para eso fueron elegidos y por eso cobran
Repasando la historia nos detenemos en los sesenta cuando Franco le explicaba al Apóstol que “convencido de que en  el destino de los pueblos impera la decisión divina y su decisiva intervención en las glorias de España” , le pide al Apóstol una paz basada en la justicia y en los valores que dignifican al hombre…”, y menos política, añado.  
En esos años las cárceles franquistas estaban ocupadas, preferentemente, por miles víctimas del golpe de Estado…
Estrenando los años noventa fue el príncipe Felipe el que pidió ayuda. Esta vez para los jóvenes. Enfrente estaba Rouco Varela que le riñó mucho a las autoridades por asuntos mundanos y pecados contra la carne…
Esta ceremonia –una especie de pugna entre el ofertante y el que recibe– tiene múltiples seguidores, millones de defensores, y algunos que siguen la recomendación de aquel que pedía “a Dios lo que es de Dios y al César lo suyo…”, que puede traducirse no mezcléis churras con merinas.
Durante años la Policía le daba todo al César y lo hacía en nombre de Dios, con lo que se quedaba con eso de no “adorar a otros” y los símbolos y los héroes (los santos laicos que llamó Rosalía) estaban perseguidos, prohibidos y convencidos a porrazos que solo había una fiesta posible y una procesión autorizada: la formada –¡igual que hoy, manda carafio!– por las autoridades militar y religiosa con los representantes del pueblo, pidiendo al santo mercedes.
Y ni mercedes ni el AVE; ni trabajo ni justicia.
Ni dignidad ni solidaridad con una meta común.
Ya lo dijo el otro “los jóvenes están en cama después de una noche de parranda, las familias serias a la sombra en una campa o en la playa comiendo la tortilla. Blanco y en botella.
Y el Apóstol Santiago que no escucha.

SEÑOR SANTIAGO, ¿NOS ESCUCHA?

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