RESISTIREMOS

Escribió Manuel Rivas, el pasado sábado, que “la capacidad de convocatoria de Podemos, su propia condición de superfluido humano, se explica por este estado de vergüenza en que vivimos”.
No lo quieren entender y es que, como dejó escrito Pío Baroja “los que viven gracias a lo que los demás no saben o no quieren ver, suelen figurar en la lista de los que mal mandan y gustan llamarse redentores de la situación”.
Hemos dado muchas vueltas, algunos sobre sí mismos, pero poco cambian las cosas. Unos cuantos se aferran a lo de que quien parte y reparte se lleva la mejor parte” y otros muchos tienen que aprovecharse con el resto.
Vivimos, decía mi amigo Javier –economista prestigioso, político de largo alcance, con experiencia en dos gobiernos autónomos, fino interior izquierdo (¿cómo iba a hacerlo en otro puesto?) en el Obrero de Oleiros y empeñado en mejorar mis conocimientos– que estamos siendo victimas de la democracia mal entendida. Que la economía es una ciencia social, dedicada al pueblo y que los políticos retuercen a su antojo.
Y es que interpretamos que la obligación es votar cada cuatro años y esperar a que escampe, dejamos el campo abierto y sembrado, para que los llamados daños colaterales de una mala administración democrática sirvan de coartada. Y así a la situación sanitaria la despachamos con la disculpa de una “pandemia” y a la pandemia de la corrupción con nuevas leyes que salen de los mismos foros donde se incubó la epidemia.
Y si en vez de esperar a que amaine el temporal, el calendario avance o los santos en procesión reduzcan el problema, el ciudadano se planta en la calle, desde las tribunas se les pide participación como medicina para sus angustias, se habla –desde la moqueta del poder– de populismo, de anarquía o de revolución... Como bien decía Manuel Rivas no necesitamos la revolución sino una resurrección democrática.
Pero desde el poder, esté aquí, en Santiago de Compostela, o allá lejos, en Madrid, a lo más que llegan es a una resurrección, reconversión, maquillaje, de si mismos. Núñez Feijóo elige a Telmo Martín para Sanxenxo y reparte a sus huestes entre Ourense y Vigo, mientras otea su propia resurreción en las praderas de Moncloa.
Pero no nos cabreemos. Hay que resisitr. Y mejor hacerlo con una sonrisa. Por eso ahí va un chiste. Le preguntó a Sócrates uno de sus alumnos: “¿Maestro, como es que su esposa está tan delgada?”. El maestro respondió: “Solo sé que no-ce-naba”.

RESISTIREMOS

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