¿PODEMOS CREERLES?

Un amigo, simpatizante desde siempre del partido de la gaviota (pasó el duro calvario de “los siete magníficos”, “AP”, “Coalición Popular” y ahora PP), me recrimina que, asomado al balcón, dedique largas parrafadas a negarle al gobierno, y al partido que lo sustenta, un gramo de bondad, acierto, comprensión, y otras virtudes que él, con la fe del carbonero, le encuentra en cada esquina.
Normalmente acabamos igual de amigos de antes y sin movernos ni un milímetro cada uno “de su trinchera”. Lo que sucede es que me causa estupor que no se entere (le concedo la duda de que no se trata de que no quiere) de lo que pasa a su alrededor y que todo comenzó cuando Mariano nos pedía el voto en el ya lejano noviembre de 2011 la promesa de solucionar  todos los males que aquejaban al país y a sus paisanos solo con aterrizar en Moncloa.
Se recuperaría la confianza, vendrían en masa los inversores extranjeros, se multiplicaba el empleo, disminuiría la deuda, acabaríamos con el deficit presupuestario, seríamos la envidia del mundo y en Bruselas copiarían, desde la cruz a la firma, lnuestro milagro
Las estadísticas dicen más que cualquier discurso; la calle –colas en las oficinas de empleo; listas de espera en la sanidad, huecos en la enseñanza, aumento en los impuestos y disminución de los derechos sociales–. Y todo esto envuelto en la corrupción que, manda carafio, nadie conocía ni nadie –tampoco mi amigo– sospechaba.
Por ejemplo la lideresa, Espe, nunca se preguntó quien pagaba los bolis que entregaban en sus mítines ni quien compró a los tránsfugas que le llevaron a la presidencia de la Comunidad.Y, además, mientras el país las pasaba moradas, seguían con sus cuentas, que eran cuentos, sus mentiras y muy pooca vergüenza.
Así en Valencia, el asunto Cotino o el caso Ruiz, o el tema de la exalcaldesa Castedo,eran una tontería y, ya desde otro punto, las quejas de la oposición, un modo de esconder sus debilidades.
Ahora, cuando le ven las orejas al lobo pues las encuestas les auguran un porvenir en la oposición, añaden ¡como no! El cuento del lobo.
Que viene “Podemos, una casta, pues en Cuba se suceden los hermanos unos a otros (Espe, dixit) lo que merecería carcajadas al recordar que aquí a Franco lo sucedió Juan Carlos, a este su hijo y a Aznar Rajoy.
Así que ¿podemos creerles?

¿PODEMOS CREERLES?

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