El paseíllo

De todos los fastos, y al margen de las algaradas de uno y otro signo, a un sdervidor lo que más le interesa es conocer que se dijeron, durante el paseíllo, el nuevo Rey y el ya gastado Presidente del Gobierno. Se puede, a lo mejor no se debe, hacer un ejercicio de imaginación, y ponerse en la piel del jóven monarca, que quiere conocer más datos de lo que sucede a ras de tierra al margen del conocido relato de sus validos y el engañoso mensaje que le transmiten desde Moncloa.
Aviso que se trata de un ejercicio de ciencia ficción. Pongámonos a ello, y atentos al diálogo: Mariano ¿es cierto que bajaron los sueldos del personal de a pié y subieron los beneficios de los más ricos? ¿Y es verdad que tienes en mente una reforma fiscal que exprime a los de abajo y beneficia a los de siempre?
Y es verdad eso que dicen los periódicos extranjeros de que vendeis el negocio de los aeropuertos, al tiempo que  reduces los tiempos de baja por enfermedad, aumentan los desahucios y hay cada vez más  niños desnutridos y menos camas en los hospitales públicos?
¿Qué pasa en tu partido con eso del dinero negro, las obras hechas de tapadillo, los sobresueldos, el dinero que circuló entre Madrid y Compostela para pagar las elecciones…?
¿Cómo voy a pedir a los empresarios que luchen contra los pagos en negro, el fin de la economía sumergida, si vosotros sois campeones en todo esto?
Y es que, me parece, debe ser molesto hacer el paseíllo –desde el coche hasta el Congreso– al lado de un señor que preside un partido (al tiempo que dirige un Gobierno) con más casos de corrupción que la banda de Ali Baba, según cuentan el juez, la policía y los inspectores de Hacienda.
¿Podía ser este el diálogo? ¿Conviene decirle al nuevo Rey que cuide sus compañías?
Ya dentro del Congreso,  recordemos el mensaje hacia la rehabilitación de las instituciones o el juramento de (literal) respetar los derechos ciudadanos y los derechos de las Comunidades Autónomas.
En cuanto a lo primero ahí están los derechos al trabajo digno,  la educación, sanidad, justicia, vivienda y los no menos importantes de reunión, manifestación (más que un derecho aquí es un milagro) y el respeto a las lenguas y las peculiaridades de cada pueblo.
¿Ficción,  realidad?

El paseíllo

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