Otro palo

Esta vez no es la poli con porras y pelotas de goma. Ahora no se trata de una decisión del pío Gallardón metiendo mano en la libertad de la mujer; no se refiere a otro palo a la justicia internacional como la perpetrada por el Gobierno ni una nueva rebaja penitenciaria –indultos– a los corruptos, sino a un nuevo palo a los derechos ciudadanos atacando lo más próximo, la primera instancia de la democracia: se trata de vaciar de contenidos la autonomía municipal, de restar poder a los ayuntamientos y centrar todo en el dedo de Moncloa.
Otra vez se han rebelado –sin distinguir el color de su partido– los ciudadanos al entender que la medida es una nueva vuelta de tuerca a los principios de la democracia. Vaciar de contenido el poder de las corporaciones y restarles competencias en lo más inmediato: la solidaridad con los menos favorecidos, las decisiones sobre el terreno, etc. es convertir, por la puerta de atrás, todo el entramado que sostiene al Estado y, sobre todo en su parte mas sensible para el ciudadano, en un remedo de democracia. Contra esas normas se gestó hace días una auténtica rebelión local contra el Gobierno, con alcaldes de todos los signos y que representan a mas de la tercera parte de los ayuntamientos españoles, para gritar que el proyecto de ley “es el mayor atentado contra la autonomía local” y pondrá en riesgo la prestación de servicios municipales esenciales y básicos como la atención domiciliaria, la inclusión de los emigrantes, ayudas a la infancia y un largo etcétera. Y es que el proyecto, contra el que se interpondrá recurso ante el Tribunal Constitucional, es otra vuelta de tuerca, otro palo, y un retroceso clamoroso, pues supone la centralización, otra vez, que pretende copar todas las administraciones en lo que entonces muchos llamaron “democracia orgánica” y ya sabemos, los que peinamos canas, lo que significa.
Y mientras se quiere minusvalorar la tarea municipal se engorda una de las instituciones más cuestionadas –las diputaciones– y se continúa con un Senado que no es más que el lugar de acomodo para muchos políticos.
El caso es que si por un lado nos meten la mano en la cartera, por otro meten la pata y la bota en la administración más cercana a la ciudadanía y que, en muchos casos, sirve de colchón “para descansar de los malos sueños con que nos castiga este Gobierno”. 
Lo dicho: otro palo.

 

Otro palo

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