¿OK, tío? No, KO

Querido lector: seguí la campaña desde la isla Guan, en la Polinesia, hasta Alaska y, palabra, quedé KO. Reconfortado con el mensaje de nuestro Mariano (“sé fuerte Trump”, que aquí estamos) repasé los titulares de la prensa internacional y los comentarios de nuestros políticos. El nuevo de Exteriores me reafirmó en lo que ya sabía: “Una cosa, dijo, es la campaña electoral y otra el gobierno…”, refiriéndose al nuevo presidente de EEUU, pero abarcando al de aquí, el señor Rajoy.
Otro político español –también del equipo pensante de Mariano– reflexionó con un “hay que estar a las duras y a las maduras. Lo que pensaba es que “hay que estar a las más duras, aquí y allá. Y es que el de allá y el de aquí son almas gemelas: a los dos lo del calentamiento global les parece una mentira y lo de respetar las promesas una frivolidad. Además a Trump, según las encuestas yanquis, no le querían ver ni de lejos el 60% de los votantes y a Mariano sus conciudadanos le consideraban el peor de los políticos en liza, durante toda la legislatura… y esta que ya lleva un siglo.
Aquí tenemos nuestro muro de la vergüenza según se sale de España por allá abajo, Gibraltar por medio, y el gran jefe americano quiere, ¡cómo no!, uno más grande para rodear Mexico lindo y querido… Prometió recortes en Sanidad y aquí ya los sufrimos. Amenazó a las minorías de usar la porra con más contundencia y aquí ya padecemos la ley mordaza.
Hay, según los comentaristas, una diferencia entre el votante estadounidense y nosotros: ellos se toman las votaciones como algo personal y nosotros como si no tuvieran que ver con los transportes, las infraestructuras, los derechos civiles.
El mensaje de Trump –que no pagó impuestos durante años y años– se basó en llamar corrupta a su rival, meterse con los hispanos, las mujeres y prometer no bajar los impuestos a los ricos, los suyos. Nuestro recién estrenado presidente, en su anterior etapa, se metió con mujeres y hombres, jóvenes y viejos y lo de la corrupción era mentiras salvo alguna cosa…
Aquí en casa, el nuevo-viejo presidente vuelve a tocarnos la gaita, mientras en octubre el paro registra un alza de cuatro mil seiscientos  desempleados más y el peso de la autonomía está por los suelos después de las órdenes de recentralización que ordena Madrid. ¿OK, Alberto? Lo cierto es que estamos KO.

¿OK, tío? No, KO

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