OJO CON EL TRÁFICO

Después de darle varias vueltas, escuchar a los clásicos, repasar internet y dos docenas de rabos de pasas para agitar la memoria, encontré la conexión entre lo que dicen y hacen. ¿Recuerdan el “viva el vino” de Mariano? Y aquello de “¿quién es usted para decirme a mí cuántas copas puedo tomar de Aznar? ¿A Carromero al volante por las carreteras de Cuba? ¿O al exconcejal de Compostela pillado sobre el volante? Y, eso así, de pronto, sin querer llegar a cien. ¿Vale?
Pues por eso les digo, colegas, que lo entiendo todo: solo en una situación de esas (parece increíble que sea en otras circunstancias como un ataque de cinismo, desprecio al ciudadano etc., que a lo peor también) puede decir Esperanza, liberal del PP, que “si se promete el cielo puede aparecer el infierno” sin que se ponga colorada (¿o es adrede para cargarse a Mariano) cuando su partido prometió rebajar impuestos y los subió 37 veces; crear empleo, y destruyó millones de puestos de trabajo fijo; tenía la línea roja en la educación, sanidad y justicia y destrozó las dos primeras y puso el pie sobre estos últimos. Además, uno de los suyos, el camisa blanca de Valencia, llamado Pons, prometió tres millones de puestos de trabajo y, ahora, el gran inquisidor contable, Montoro, conocido por tener varios en Madrid y una familia dedicada al ladrillo, según cuentan en internet, tendrá que explicarle al fiscal que investiga por prevaricación el despacho de consultores por él fundado. En el lío está un despacho de abogados donde la figura es el que fue, en otra etapa, secretario de Hacienda de Montoro y tenemos el caso Cáritas de estos carotas…
Rajoy no es del presidente de Cáritas, pues desde que llegó al poder un tercio de los niños españoles están desnutridos y sus “beneficios” solo dieron de comer ¡y muy bien! a los suyos entre sueldos, sobresueldos y otras gracias como demuestran los informes policiales y judiciales. Rajoy no es Cáritas y no cura a los enfermos que se amontonan en los pasillos del Chuac, ni tiene una agencia de viajes para los 125.000 jóvenes españoles, que abandonaron el país entre ellos muchos gallegos… lo que tiene es unas políticas que han obligado a la sociedad civil a echarse al monte (como dijo Gabilondo) o mejor echarles a ellos lejos, muy lejos.
Por cierto; cuidado si los encuentra por la carretera, pues son un peligro

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