Ojo al retrovisor

Es una recomendación de la DGT y, en el caso que nos ocupa, un consejo para poder, luego, hacer las cuentas del presente y evaluar cómo queremos el futuro.
Hubo un tiempo en que teníamos democracia (orgánica, recuerdan?) pero no partidos políticos. Enlaces sindicales, pero estaban prohibidos los sindicatos. De la libertad de expresión más que hablarles, es recomendarles la lectura de los papeles de los años cincuenta y sesenta y de la libertad de reunión, pregúntenle a un policía veterano o a uno de los jueces que formaban el Tribunal de Orden Público. Añadan, ademas, que los certificados de buena conducta los “otorgaban” los párrocos.
Aquello quedó todo atado, dijeron que muy bien atado, y envuelto con un lacito. Durante años muchos conciudadanos, desde dentro y fuera, quisieron romper el lazo (por cierto: muchos dentro de las cárceles y algunos dentro del sistema), pero costó lo suyo y hubo que dejar algunas cosas sin atar y algunos derechos sin desarrollar.
Parece ser que de eso hablan poco Bono y Zaplana; Martín Villa y Cabanillas junior que, manda carafio, eligieron Valencia –la tierra de las flores y el amor y la tierra con más líos por corrupción cada metro cuadrado– para poner el retrovisor en su lado favorito y solo observar parte del camino recorrido y todos juntos ¿revueltos? en unión haciendo bueno el eslogan que muchos repiten en la calle para definir las coincidencias PSOE-PP.
Y ahora, desde el Gobierno, nos quieren contar la misma historia sin atender a las normas de circulación democrática, pues conducen pegados a “una banda” y quieren seguir adelantando por ahí. Repiten eso de que el milagro lo trajo la “transación” cuando fue el pueblo, en la calle, el que dirigió el cambio que nos trajo los partidos políticos, las autonomías, leyes como las del divorcio y el aborto. No estará de más recordar que en las testas coronadas los jefes no gobiernan sino que reinan y, por tanto, ni los beneficios de antes ni los males de ahora se le pueden achacar. Los otros (paro, empleo, justicia, éxitos deportivos, fracasos económicos) son responsabilidad de los gobiernos. Ahora, dedicando el dinero a la banca y no a los comedores escolares y aumentando la deuda del pueblo y la fortuna de los ricos, es algo obvio, señalar con el dedo a los culpables. No hace falta el espejo retrovisor. Los tenemos delante.

Ojo al retrovisor

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