Obras preelectorales

Vivimos época electoral y los muñidores de los mandamases se encargan de recordárnoslo para que los votemos próximamente. Nos lo dice La Coruña –también otros municipios– abierta en canal, mostrando la asadura de miles de obras, ofreciendo grietas que serán subsanadas rápidamente conforme el contenido de las urnas sume a favor. Trabajos públicos a mayor gloria de marketing.
Alguno, sin embargo, como Podemos, sin fuerza ejecutiva, se erige en patriarca multidisciplinar –vía televisiones, emisoras de radio y twitter favorables– aunque ya veremos cuantas papeletas colocan en su saca (¿Recuerdan a Suárez y su UCD diluidos como azucarillos en café caliente?) Son simples ágapes con conmilitones de primera línea ganando sueldos sin trabajar, concejales sin rubor que dan prebendas, defensa a ultranza de rogelios de viejo cuño o etarras con quienes se desfila del brazo el día que Occidente salió a las calles de París a defender la revolución burguesa.
Pero es que incluso además comprobamos como extremistas de su misma cuerda se desmarcan del paraíso prometido, porque quizás, salvo para el jefazo indiscutido, si la obra no es útil, toda la gloria derivada de ella es necia.
Y con respecto a los grandes partidos –PP y PSOE– los análisis no dejan de ser críticos si recordamos sus discursos retóricos sin nuevas ideas que puedan despertar al ciudadano sumido en mil tópicos. Cierto que los conservadores nos rescataron económicamente. Pero conviene conseguir más. Comunicarse mejor y establecer feeling, sensibilidad y sentimiento acerca de programas de gobierno, pues somos hijos suyos.
Aquí radica el meollo de optar por mundo de siglas sin relieve, otros que se contemplan el ombligo, secesionistas que nos arrastran al caos o los más tradicionales, PP y PSOE, que tampoco han sido consustanciales con su naturaleza. Uno olvidando sus promesas electorales y otro descolgando de sus siglas la E de español y la O de obrero.

Obras preelectorales

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