DAN EL CANTE

Aun resuenan los ecos de la declaración, ante los prebostes europeos, de Bono, el líder de U-2, recomendando al personal que compre jamón ibérico, veranee en el país de los toros y aprenda flamenco. En eso está él mismo que piensa mortificarnos con un disco de zapateado. Que esa, su declaración, fuera la más importante ya retrata mejor que cualquier foto al personal que allí está y de aquello cobra.
Las redes sociales ardían ante el mensaje de Bono recordando unos que el cantante lidera acciones solidarias a favor del tercer mundo, con lo que nos sitúa al nivel de los países menos desarrollados y otros le afean que sus actos filantrópicos siempre acaban pasando por caja. Por su caja, por su cuenta corriente. Me encanta Bono en lo suyo, cantando, pero me molesta que de el cante y me sorprende, más aún, que los jerifaltes de la troika, los jefes que –ahora nadie lo duda– agrandaron la brecha de la crisis con sus medidas antisociales aplaudan, rían, a la vez que profundizan en su pensamiento único: recortes laborales, recortes en servicios y barra libre a las ganancias.
Eso hace y, ay, eso seguirán haciendo si las cosas –urna por medio– no cambian. Y es que las políticas europeas son las del PPE (el partido de Rajoy, Merkel, Barroso, etc.) que engloba en sus filas a los euroescépticos y los herederos de aquellos siete magníficos que capitaneaba el de “la calle es mía”, que ahora traducen con “la pasta es nuestra”.
Y aquí seguimos con Pokemón, Campeón, Orquesta y otras tramas del montón como recogía en un reportaje la Sexta contando las historias del cura, garbancito, el pijolandia, el jacinto y así hasta casi un ciento de imputados que nos han devuelto a los tiempo en que los telediarios solo se acordaban de nosotros para hablar de fume y lume o de los naufragios.
Galicia sitio distinto, que cantaba el otro. Y así seguimos: se nos muere una anciana tras veinte horas de espera en el hospital vigués do Meixoeiro y aquí nos quieren abrir en canal (un túnel) en una operación que recuerda al barrio de Gamonal y es que los vecinos no quieren, la caja municipal (cuesta el proyecto más de cincuenta millones) no está para disparates y los contrarios al plan lo tachan de inmoral en épocas de penuria.
Ahí están, pues, dándonos el cante.

DAN EL CANTE

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