El club de Montoro

El ministro Montoro (que, según internet, se dedicó al asesoramiento de empresas, negocio con grandes beneficios pues tiene varios pisos en Madrid) se asomó a la fiel televisión española y, olé, que nos cuesta un ojo de la cara y la yema del otro, para reñirle al nuevo Gobierno griego, y de paso lanzar otra pella de estiercol a Podemos, con eso de que Europa es sagrada y un club elitista donde hay que decir siempre amén…
No estará de más recordar ¡otra vez, y van...! que a los españoles de mi generación nos gustaba Europa, pues no nos gustaba la España de la casta con aquel claudillo. Y ahora no nos gusta la Europa que cuando los franceses se cabrean con nuestras frutas, mira para otro lado (¿Rusia, Yemen) y si Su Graciosa Majestad hace una gracia en Gibraltar invadiendo las aguas soberanas de España, silban y le dicen a los “britis” que los quieren aunque ellos no quieran al euro…
Una Europa que pone la alfombra de Eurovisión a los israelies o el europeo de baloncesto o el paso libre a las naranjas de Marruecos…
Una Europa que nos insulta (PIGS) y crea organismos (troika y derivados) a los que nadie votó. Una Europa donde le dan el sí a Cañete y reciben a los partidarios de un grupo, familia, partido, casta, que el Gobierno (manda carafio) le lleva a los tribunales por el pago en negro de su sede…
Un club donde nos tienen para servir copas y aprovechan a nuestros jóvenes mejor preparados; donde nos jalean (pese que el gasto social de nuestro país en sanidad, educación, investigación, dependencia, está cuatro, cinco, seis, siete puntos por debajo de la media europea y la desigualdad se sale del cuadro), pues ya han ordeñado nuestras vacas, empobrecido nuestro sector pesquero, arrancadas las viñas y reducidas las plantaciones de lúpulo, por citar algunos ejemplos de nuestra brillante entrada en el club. A cambio, faltaría más, nos convertimos en pobres vergonzantes de atención preferente lo que supuso para aquel jefe de filas de Montoro y Mariano (¿se acuerdan de Aznar?) llamarnos “pordioseros”. Verdaderamente el dinero multiplicó el número de paseos marítimos, polígonos industriales y como guinda, renovar el puente que da acceso a la isla de La Toja.
Ese es el club de Montoro que muchos queremos cambiar. Y a Montoro, también, claro.

El club de Montoro

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