Cheira que fede

Tenía razón un colega cuando nos contaba que esos “que nos ofrecen el cielo se quedan con el dinero público”. Es más, añado, algunos con el “peto de la Iglesia”. Ahí tienen ustedes (espero que pronto en la cárcel) al popular piadoso Cotino, que, aprovechando la visita del papa a Valencia, afanó unos millones. Le piden once años de condena y eso no lo arregla con tres rosarios y una bula… Otro de la misma banda, también un hombre piadoso, es el señor Pujalte, al que la justicia, junto a sus cómplices muy de golpes de pecho y de soflamas moralistas, quiere llevar por delante por hacer trampas que superan los pecados veniales. 
Y estoy con él: sé a quién no voy a votar. Y hay más razones, que dos lectores, de entre los miles que se asoman a “cartas al director”, nos explican: “Dijeron que tendríamos una educación pública y de calidad. Prometisteis que podrían estudiar mis hijos lo que quieran gracias a unas becas y un día abrí el periódico y contaba que las becas se habían recortado por millones; que en educación el recorte alcanzó un 40%, mientras el desempleo juvenil era del 50%. Nos engañasteis. ¿Cómo pides de nuevo mi confianza”. Firma I.Z.M. 
Y J.S.L., por su parte, acusa: “cuando decíais que hay que recortar el gasto, se refería a hacerse cargo de las autopistas privadas de peaje, que están en concurso de acreedores en detrimento de autovías y resto de carreteras públicas? ¿A incrementar el gasto en colegios concertados y dejar caer los barracones donde estudian los niños pobres? ¿A reducir servicios en los hospitales públicos y externalizar esos servicios a hospitales y clínicas privadas? ¿A reducir las prestaciones por desempleo mientras crecen los sueldos de altos cargos en la administración o continúan las amnistías para los más poderosos?
Son, está claro, razones poderosas que deben traducirse en las urnas. Y no son las únicas, por desgracia: el secretario general de Cáritas facilitó un demoledor informe tras estos años donde se redujeron las políticas sociales lo que empobreció a la clase media y dejó fuera de circuito a millones de personas a los que la miseria arrojó a los comedores sociales donde, la ciudadanía con sus aportaciones, respondió con generosidad a lo que el gobierno, la administración negaba.  Ya hay, dijo, pobreza crónica y unos niños, una juventud, para los que el  futuro es una amenaza.
Huele que apesta. Cheira que fede. 

Cheira que fede

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