Arriba el telón

Dicen por ahí que somos, después de Japón, el país más ruidoso del mundo. Aarecemos en los papeles de Naciones Unidas como el segundo país del mundo en desaparecidos (los muertos de las cunetas, asesinados tras el golpe de Estado franquista) tras la Camboya de Pol Pot.
Somos el tercer país del mundo donde los trabajadores tienen los salarios más bajos y es que más de un tercio sobrevive con menos de 655 euros. Figuramos como campeones en una lista que recoge la corrupción política y ya nos avisan desde la Europa rica de que el deterioro social, la deuda galopante y la debilidad del gasto en I+D nos deja en el vagón de cola.
Y con este paisaje, y este paisanaje, afrontamos un nuevo “dos de mayo”, donde todo se inició con una protesta cívica y acabó como todos ustedes saben.
El dos de mayo, San Segundo y el 26 de junio, San Pelayo, pueden ser decisivas para el futuro. Ya dijo Mariano que “ahora todos nos conocemos un poco más”. Y es cierto, cada día, conocemos un poco más el cáncer de la corrupción. Los tenemos calados al tiempo que ellos nos tienen “calados hasta los huesos” con esa lluvia fina que ya nos anunciaba Aznar y que, al pie de la letra registró Mariano con Alberto el adelantado. ¿Sorpresa? Escasa si recordamos que Guindos estaba en Goldman Sachs y Rato en el FMI y otros de embajadores de la marca “pelas”, bajo la bandera de España y otros más con la misma bandera en la muñeca y el dinero en paraísos fiscales.
Hace falta un baño de realidad para afrontar la nueva situación que se agrava con el bloqueo de Europa a millones de ayuda por culpa de irregularidades que, como explica en un chiste Forges, “Es el colmo: le llaman irregularidades a lo que toda la vida han sido pingües beneficios”.
Ahora, cuando otra vez se levanta el telón hay que reconocer, con Mariano, que todos nos conocemos un poco más y cuando Montoro (que antes de ministro fue asesor de empresas para ayudarlas frente a sus obligaciones  con Hacienda) le diga desde el periódico que si no fuera por Juan, Pepe no recibiría cada mes su pensión, dígales –a gritos y por escrito con el voto– que si no fuera por la Púnica, la Gürtel; los cuarenta y ocho corruptos de Valencia y otro etcétera repartido por toda España, las pensiones, la educación, la ayuda a los dependientes, los servicios sanitarios serían mejores.

Arriba el telón

Te puede interesar