La vista atrás

El verano es una buena estación para el descanso, la lectura y la reflexión, sin olvidarnos del disfrute de la playa o del monte. Cuando echamos la vista atrás nos damos cuenta de la experiencia que nos da el paso del tiempo y de los errores que cometimos, en la mayoría de las ocasiones, por hacer uso de la buena fe y el depositar la confianza en personas que no la merecían.
La envidia, el rencor, la soberbia, la avaricia o la ira casi siempre nos han acompañado. Hemos estado rodeados de todos los estados de ánimo posible y de estos elementos negativos que han frenado nuestro caminar hacia la libertad. Siempre bajo la influencia de nuestros familiares, amigos, compañeros y vecinos. Por no querer entrar en polémica o crear malestar hemos sido esclavos de los demás sin poder ser nosotros mismos.
Ahora, como nos ocurre con esas dietas de adelgazamiento que nunca comenzamos, queremos comprometernos a no caer en los mismos errores, tratando de cambiar situaciones, dejando a un lado la negatividad y la maldad de ciertas personas así como incluso el entorno habitual para comenzar una nueva existencia, más plena y comprometida con lo que realmente vale la pena. La humildad, la solidaridad, la valentía, la humanidad, la alegría. Sabemos que solo eso nos llevará a la verdadera felicidad.
Enterremos el pasado y vivamos el presente, pensando en el futuro de las nuevas generaciones para que no tengan que echar la vista atrás para arrepentirse de ciertas decisiones y puedan ser felices, siguiendo los dictados del corazón, dejando a un lado la cultura del consumismo y del individualismo endémico.

La vista atrás

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