Secretos a voces

son secretos a voces. Casi todo el mundo lo sabe, conoce, y es consciente de las “mafias”, irregularidades o malas prácticas que se realizan en muchas administraciones públicas, organizaciones o colectivos y, en cambio, todo el mundo se calla y es cómplice o colaborador necesario ante estas corruptelas.
Si esto sucede, y es algo evidente, es que estas personas o colectivos se callan porque tienen mucho que esconder, temor a perder privilegios o bien tienen algunos favores que pagar, siendo esclavos de su propio silencio.
No nos podemos cansar de recordar que la corrupción política es un reflejo de la propia sociedad civil. La picaresca, el caciquismo y el sálvese quien pueda sigue impregnando una parte importante de la sociedad que favorece la corrupción, los privilegios y la desigualdad.
Lo peor de todo es cuando, con estas actitudes, se pone en riesgo el bien común, las políticas sociales, la necesaria redistribución de la riqueza o un futuro más justo para las nuevas generaciones.
La experiencia que nos ofrecen los años nos pone de manifiesto que mirar para otro lado no beneficia nunca a las futuras generaciones. El cambio climático, la sobreexplotación de los recursos naturales, la injusticia social, la pobreza, el desempleo, las desigualdades… son consecuencia del pasotismo político reinante, bajo la complicidad, por acción u omisión, de la mayor parte de la sociedad.

Secretos a voces

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