La traducción política del 8-M

A lo largo de todos estos años de democracia se produjeron en España grandes movilizaciones, de distinta naturaleza, que terminaron por tener algún tipo de traducción política en clave partidaria.
Las primeras manifestaciones a favor de la democracia y de las autonomías consolidaron a determinados partidos, tanto en el ámbito español como autonómico. Para algunos, sobre todo para el PSOE, aquellas movilizaciones contribuyeron a que no solo ocupase la izquierda --frente al PCE, que había sido más combativo en la dictadura de Franco--, sino que también hicieron posible su acceso al centro y a la propia centralidad política del país.
Las manifestaciones territoriales tuvieron dos tendencias: las autonomistas, también muy beneficiosas para el PSOE, máxime en Andalucía, y las nacionalistas --más tarde independentistas--, que dieron oxígeno a coaliciones y partidos como CiU y ERC en Cataluña, el PNV en Euskadi o el BNG en Galicia. El eco de las Diadas es muy evidente que tuvo beneficiarios en Cataluña, donde ERC pasó de ser un pequeño partido a convertirse en alternativa de gobierno.
La lucha en la calle contra el terrorismo, si bien se pretendió apartar del combate partidista, terminó dando dividendos electorales al PP, sobre todo a raíz de las históricas movilizaciones contra el secuestro de Miguel Ángel Blanco, que fue asesinado por ETA en 1997. También las movilizaciones sindicales tuvieron traducción política: el exponente más claro dañó al Partido Socialista, tras su ruptura con UGT, protagonista de la huelga general del 14-D de 1988.
Nunca Máis fue una plataforma ciudadana y a la vez un movimiento popular impulsado en Galicia para reclamar responsabilidades medioambientales, judiciales y políticas por el desastre del petrolero Prestige. BNG y PSdeG-PSOE no tardarían en conquistar el poder en la Xunta de Galicia, en lo que supuso el final político de Manuel Fraga.
Más recientemente, el 15-M trajo consigo la creación de Podemos y un revés importante para el bipartidismo PP-PSOE, también afectado por la extensión de Ciudadanos a la política española, tras arrancar solo en la comunidad de Cataluña.
¿Que traducción tendrá el 8-M, el Día Internacional de la Mujer? Puede ser pronto todavía para extraer conclusiones tan definitivas como las anteriores pero todo parece indicar que no pasará inadvertido para los partidos políticos.
Sobre el papel, la reivindicación de la igualdad de la mujer es ampliamente compartida, pero no tanto las políticas necesarias para alcanzarla, ya que exigen medidas presupuestarias y legislativas ante las que no hay consenso. Los partidos de izquierdas, PSOE y Podemos, tal vez aspiran a esos réditos, pero el PP y Ciudadanos pueden neutralizarlos si saben manejar bien los presupuestos. Veremos.

La traducción política del 8-M

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