A Pedro Sánchez le falta algo

El comité federal del PSOE aprobó un reglamento interno que refuerza el poder de su secretario general, Pedro Sánchez. Se comprende que el líder socialista no quiera tropezar con más gente de su partido que le ponga palos en la rueda, pero con eso no basta. Lo importante para el partido que representa la alternativa de gobierno no es cuántas páginas tiene su nuevo modelo organizativo -¡más de 150, qué barbaridad!- sino qué dice su programa.
Pedro Sánchez consume demasiado tiempo hablando de barones, militantes y de lo mal que lo hace el Gobierno de Rajoy. Son trabajos importantes, pero que debería hacer un número dos inteligente y sagaz, no él. Cuando dio el salto a la Moncloa, a Felipe González no se le ocurrió ponerse con los deberes internos del PSOE –se los delegó a Alfonso Guerra– ni a demonizar a los dirigentes de UCD. Todo eso lo dio por sabido y por hecho.
Lo esencial para Sánchez es el mensaje que traslade a toda la ciudadanía, no solo a la socialista. Si quiere ser presidente del Gobierno debe aprender a seducir al conjunto de la sociedad, tal vez adaptando el programa y los presupuestos ideológicos de su partido a lo que quiere la gente. Fue lo que hizo González, que amoldó el ideario del PSOE a la demanda de la sociedad española de su época.
Sánchez tampoco debe tener reparos ni complejos en renunciar a algunas de sus ideas de izquierdas para poder consolidarse como líder político. Si no es un referente político, tampoco los suyos valorarán su figura. No le queda otra si quiere afianzar un liderazgo indiscutible al frente del PSOE.
Posiblemente González colideró el proceso democratizador de España en unas circunstancias diferentes y no todo fue un acierto suyo, pero es innegable que el entonces dios del PSOE tuvo en cuenta el contexto político y social del país para hacer su oferta programática, que no partidaria. En definitiva, González supo entender a la sociedad, lo cual explica que su ideario no solo se inspirase en el programa del PSOE. Menos aún en domar a sus demonios internos, que también los tenía.
Para decir que los que deberían gobernar no gobiernan y los que deberían apoyar a los que no gobiernan para que gobiernen, no apoyan, bastaría un escudero, y a ser posible sin tanto trabalenguas. Ya no basta con decir que España no avanza y que España está paralizada por el lastre de Rajoy. Y de querer remarcar eso, podría subrayarlo de otra forma más coloquial. Un ejemplo: España es ese país en el que, sin poder llegar a fin de mes, te animan a ahorrar; con trabajos y sueldos precarios, se pide a los jóvenes que abran pronto un plan de pensiones, y teniendo dificultad de llegar a la jubilación trabajando, te retrasan la edad de la pensión. Sánchez tendrá que ser más evocador y convincente si quiere llegar a la Moncloa. Al líder del PSOE le falta algo.
Sánchez también debería saber defenderse cuando le afean que Susana Díaz no quiso acompañarle. Los históricos del PSOE también atacaban a González pero este, lejos de inquietarse, se rodeó de gente joven y capaz: Solana, Maravall, Barón... El líder socialista tiene ahora a su lado a Gonzalo Caballero, que se codea con académicos de EEUU y que sabe buscarle las cosquillas a Rajoy. Le será más útil que Susana Díaz, que tiene tanto poder territorial como pocas luces. El líder del PSOE debería saber poner en valor a personas como Gonzalo Caballero, llamado a ser un nuevo Solana.

A Pedro Sánchez le falta algo

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