PAÍS POCO FIABLE

Que un personaje político de la relevancia del ministro de Economía acuse en sede parlamentaria al Banco de España y a la Comisión Nacional del Mercado de Valores de “mirar para otro lado” cuando Bankia salía a Bolsa con cuentas falseadas, es algo insólito, lo nunca visto en el país.
La salida de Bankia al parqué “nunca se hubiera producido sin el visto bueno del Banco de España y de la CNMV. Si usted quiere investigación, empiece por preguntar al Gobierno anterior y a los entonces responsables del Banco de España y de la CNMV, nombrados por el Gobierno socialista”, respondía Luis de Guindos al portavoz socialista de Economía, que pedía una comisión de investigación sobre aquel hecho. Por elevación, el ministro apunta a Elena Salgado, su antecesora en el cargo, y al presidente de aquel Gobierno.
El ministro conocía el informe hecho por dos inspectores del Banco de España para el juez Andreu de la Audiencia Nacional, que desvela un cúmulo de irregularidades en la gestión de Blesa y falsedades en las cuentas bajo la presidencia de Rato, que los supervisores dan por buenas para situar a Bankia en el mercado de valores.
Consecuencia de esa dejación de funciones fueron el engaño y la estafa a miles de preferentistas y ahorradores que compraron acciones de Bankia creyendo en la veracidad de unas cuentas “avaladas por el sistema” y perdieron su dinero. El colofón del desastre fue el rescate que nos está costando en torno a 24.000 millones.
Dicho esto, el ministro debería explicar, también en sede parlamentaria, la “operación acordeón” del FROB en Novagalicia Banco, que hizo que un grupo de empresarios gallegos que compraron acciones de la entidad perdieran su inversión. Aunque ahora sentencias favorables les van a devolver el dinero después de unos pleitos que el ministro pudo evitar si el FROB, que depende de su departamento, aceptara el arbitraje propuesto por los propios empresarios.
En conclusión, los ahorradores que compraron acciones de Bankia y los empresarios gallegos que invirtieron en Novagalicia Banco, en ambos casos fiándose del sistema, corrieron la misma suerte que los ciudadanos que entregaron sus ahorros a Fórum Filatélico o a otras empresas de estafa piramidal.  Hechos como estos quiebran la confianza en el sistema y dejan a España como un país poco fiable, como si fuera una república bananera.

PAÍS POCO FIABLE

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