La niña que nació dos veces

Hace unos días escuché en una emisora de radio una de esas noticias que levantan el ánimo y te reconcilian con la humanidad: el nacimiento de la niña Lyn Lee Boemer en el hospital Infantil de Texas.
El hecho no tendría nada de excepcional porque todos los días nacen niños en todos los hospitales del mundo. Lo noticiable de la pequeña Lyn está en que, decía la locutora, “nace por segunda vez”. Su primer nacimiento se produjo a los cinco meses de gestación cuando los cirujanos de un hospital de Texas la sacaron del útero de su madre para extirparle un tumor en la columna. Tras la intervención la pequeña fue devuelta al vientre materno y completados los nueve meses de gestación “volvió a nacer” con toda normalidad.
“Una historia increíble”, sentenciaba la periodista que reiteró su admiración por esta “proeza médica fuera de los común” y, con buen criterio informativo, llamó al doctor Máximo Vento, presidente de la Sociedad Española de Neonatología, para que explicara a los oyentes “el pequeño milagro”.
Para su sorpresa, el doctor Vento dijo –con esa humildad que caracteriza a los grandes profesionales– que “operaciones de este tipo las hemos hecho en La Fe en Valencia” y se realizan en otros hospitales de España, y explicó con detalle la técnica que se sigue en intervenciones tan difíciles y arriesgadas. La diferencia con Texas, añadió el especialista, estuvo en la localización del tumor que en el caso de La Fe estaba en el cuello, “se extrajo y se volvió el feto al útero. Completada la gestación el niño nació mediante cesárea”.
Dos reflexiones. La periodista concluía su relato diciendo que después de la operación de la pequeña Lyn empezaba otro problema para sus padres, la búsqueda de financiación para hacer frente a la enorme factura del hospital de Texas. Por contra –primera reflexión– la familia valenciana no se endeudó porque estas intervenciones también están cubiertas por nuestro sistema de salud que, pese a los recortes que trajo la crisis, sigue siendo universal y gratuito.
La segunda, que podemos sacar a pasear el orgullo patrio porque la medicina española –y la gallega– está capacitada para realizar estas y otras intervenciones complejas. Por tanto, no vayamos a buscar fuera “milagros” terapéuticos porque los hospitales y profesionales que tenemos están al nivel de lo mejor del mundo. A nuestra sanidad solo le falta que todos los usuarios la valoren en su justa medida.

La niña que nació dos veces

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