Mentiras encadenadas

En Cataluña los independentistas crearon su realidad política paralela de la posverdad o mentira en estado puro que practican compulsivamente y con más descaro en la campaña electoral. El espacio de esta columna no da para hacer una selección de todos los embustes, pero permite escoger tres tan relevantes como vergonzosos e insultantes a la inteligencia: la descalificación de la democracia española, calificar de presos políticos a los políticos presos y otorgar la condición de exiliado a su ex presidente.
Cuestionar la calidad de la democracia desacredita a los que emiten semejante infundio y ofende al resto de los españoles. Ninguna mente sana –de dentro o de fuera– duda de que España es un Estado de derecho igual que cualquier otro del entorno democrático europeo. Que pregunten a los millones de turistas que nos visitan.
La España represora ha vuelto al franquismo, aseguraba en Bruselas Toni Comín en una soflama histérica. Tiene más credibilidad Nicolás Sartorius que afirma con rotundidad que “comparar la España actual con la del franquismo es una falta de respecto a los que estuvimos luchando contra la dictadura, un disparate absoluto. Si entonces te subías a los coches de la Guardia Civil y los pateabas –lo que hicieron los Jordis– te tirabas 30 años en la cárcel”.
Los jueces no encarcelan a los catalanes por sus ideas, van a la cárcel por quebrantar las leyes. Decir que en España hay presos políticos es falsear la historia, afirma Antonio Gallifa, exdirigente del PCE que padeció las torturas del régimen franquista en Carabanchel. Los promotores del procés, sentencia, “son unos delincuentes que han ido de ilegalidad en ilegalidad”,
Calificar de exiliado político al “turista” y prófugo Puigdemont es otra falsedad. “El exilio es otra cosa, es temblar por no saber cómo está la familia que dejaste, es no saber cómo dar de comer y dar un futuro a tus hijos en un país que no conoces…”, dice Julie Fernández, nieta de republicanos encarcelados en España, hoy diputada en el Parlamento belga.
Son solo tres ejemplos. Hay que ser muy ruin o estar muy desesperado para odiar tanto y querer dañar con tantos infundios la reputación de España. ¿Qué es lo que explica que estos políticos catalanes encadenen tantas mentiras sin siquiera ponerse colorados? Parafraseando al humorista satírico Carlos Romeu, “una botella de tinto y chupito tras chupito”. Es más difícil de explicar y entender que tengan tantos seguidores.

Mentiras encadenadas

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