Los feriantes de Guitiriz

La villa de Guitiriz cobró fama por los beneficiosos efectos terapéuticos de sus aguas que mucha gente iba a “tomar” a lo largo del año. Aquel termalismo saludable y reactivador de la economía del pueblo entró en crisis en el último cuarto de la centuria pasada, pero recobró fuerza en 2003 cuando el viejo Balneario de Guitiriz, remodelado, recuperó su actividad y hoy vuelve a ser lugar de descanso y encuentro para los amantes de las caldas. 
Sería una vana pretensión por mi parte intentar describir todo el atractivo de Guitiriz en esta pequeña columna. Con su presentación solo pretendo situar la historia de los dos feriantes, un hombre y una mujer, –la contó con detalle Paula Vilariño en El Progreso– que el año pasado fueron con sus negocias, uno de venta de churros, a las fiestas del pueblo, engancharon la corriente al alumbrado público sin autorización y fueron denunciados y condenados por el juzgado de la localidad de Vilalba. 
El fallo judicial les condenó a pagar multas de 180 euros y a indemnizar a la empresa suministradora por “defraudación de electricidad”, tipificada en el artículo 623 del Código Penal. Lo asombrosos es que, según la sentencia, el perjuicio económico que causaron a Begansa fue de 11,37 euros el acusado y a 3,62 euros la acusada, cantidades astronómicas que pueden poner en peligro el beneficio de la empresa.  
No tengo duda de que la sentencia se ajusta a derecho. Pero daría algo por poseer  conocimientos jurídicos para saber qué artículos del Código Penal deberían ser aplicados con el mismo rigor y diligencia a la “defraudación”  de los corruptos que causan un perjuicio económico al erario público que supera en unas calderillas el fraude de estos feriantes.  
Por poner algún ejemplo, los 3.015 millones de los cursos de formación –solo en Andalucía– que dice la Intervención están sin justificar; las mordidas multimillonarias descubiertas a la saga Pujol, la Púnica, Gürtel, Noós, Bárcenas y más casos protagonizados por tantos feriantes en la fiesta de la mangancia nacional que “se conectan a la luz de los recursos públicos” para robar el dinero de todos. Pero la justicia parece hecha para feriantes como los de Guitiriz, mientras estos otros casi todos cabalgan impunemente.  
La comparación de historias como estas solivianta los ánimos. Un buen remedio para sosegarlos es ir a Guitiriz, disfrutar de su hospitalidad, de su encanto paisajístico y de sus aguas que siguen siendo saludables.  

 

Los feriantes de Guitiriz

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