NO ME LLEGA NI EL PERDÓN NI PAGAR LOS BILLETES

Los políticos profesionales, cuando tocan moqueta, ocupan un despacho, se suben a un coche oficial o se sientan en un escañoo, pierden la realidad del día a día que hay fuera  de sus  casas de cristal, bien guardadas de las inclemencias  meteorológicas y con remuneración económica muy por encima de lo que hubieran ganado en la calle con su trabajo profesional acreditado antes de entrar en el mundo de la política que tantos  corruptos nos está dando en la última década. Los mandatarios de los partidos políticos, fundamentalmente PP y PSOE, siguen sin dar respuestas adecuadas a un problema que  en las encuestas oficiales  preocupa en demasía a  los españoles: el latrocinio de los dineros públicos y la corrupción. Los políticos que ocupan la punta de la pirámide siguen mareando la perdiz, dando largas y  poniendo parches sobre una  herida por la que brota a borbotones la sangre, sin que se adopten las medidas para arrancar de cuajo las malas hierbas que están inundando el campo democrático que nos hemos dado los españoles hace ahora más de tres décadas.
No acepto que políticos como Rajoy, Cospedal y Aguirre se limiten a pedir perdón o decir que lo sienten, cuando en realidad  lo que deben hacer es adoptar decisiones  políticas contundentes. Solo entiendo una como real y verdadera: la dimisión. Tanto la personal como la de los  miembros de su partido que  están imputados, o sobre los que  recaen sospechas y demostraciones  de que  no hicieron  bien las cosas al utilizar los dineros públicos, de forma material  tangible o con  billetes y gastos no justificados.
Insisto, no me llega el perdón. No me llega que el político suba a la tribuna de un Parlamento y haga un acto de contrición personal pero sin llegar a las profundidades. Tampoco me llega que el político, en este caso Monago, titubee o llegue  muy cerca de  la mentira en sede parlamentaria cuando le descubren los billetes de la relación de pareja y  reconozca, tarde, mal y arrastro, que los usó para cuestiones personales y que  va a reintegrar el dinero al Senado, de donde procedió. Lo que tiene que reintegrar es su acta de parlamentario.
En la calle el pueblo no puede esperar más. Las decisiones tienen que ser drásticas. El corrupto, por acción u omisión, debe de estar fuera de toda actividad  que esté ligada al servicio público. No hacerlo así es  ir incrementando el malestar de los ciudadanos, que en el momento actual adquiere ya  niveles insospechados. Los únicos que parecen  no darse  cuenta  son los políticos. La calle manda mensajes insistentemente y lo hace con contundencia. Los dos partidos mayoritarios, por el momento, los que alimentan el bipartidismo, deben de mirarse al ombligo. Se darán cuenta de que ya no tiene la forma redonda de siempre y que  todos Podemos verla…

NO ME LLEGA NI EL PERDÓN NI PAGAR LOS BILLETES

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