Medio siglo en la onda

Nunca dejé la Radio. Ni esta me dejó a mí. Ha sido mi gran amor comprometido y correspondido durante casi medio siglo de vida como profesional de los medios de comunicación. Hace pocas lunas que me recordaron que la primera radio que sonó en nuestro país fue Radio Barcelona. Han pasado 90 años y de ellos cerca de medo siglo con mi voz en las ondas de numerosas emisoras. Era yo joven y me encaminaba a iniciar mis estudios universitarios, no los que me hubieran gustado en aquel momento, periodismo, sino los que debería seguir por tradición familiar: Medicina. Eran los últimos meses del año 1965, cuando un grupo de jóvenes nos reunimos en una entreplanta de la calle Bedoya de Ourense para poner en marcha Radio Popular, rezando el rosario, poniendo mucha música y contando las excelencias deportivas del momento, que era lo poco que se permitía hacer en las emisoras. De información nada. La iniciativa radiofónica originaba la desaparición de las numerosas emisoras parroquiales, para convertirse en cabeceras provinciales o de grandes ciudades de la mano del obispo correspondiente de la Diócesis.
Han pasado cerca de cincuenta años y la Radio sigue siendo el primer medio que te pone sobre la noticia, peleando duramente con las redes sociales. Años en los que hice de todo a través de los micrófonos. Pero de lo que me siento más orgulloso es de haber sido el primer periodísta/locutor que retransmitió pruebas automovilísticas en carreteras: rallyes y subidas por toda Galicia y haciendo extrapolaciones fuera de nuestra comunidad. Muchos fueron los compañeros que tuve en esta larga travesía por las ondas. También directores curas como José Luis Gago y Pedro Gómez, o seglares como Daniel Hortas y José Andrés Hernández. De la primera época recuerdo con cariño a Pepe Platero, Esteban Plaza, Fernando Ramos o Xerardo Rodríguez y Luis Rial con el que más kilómetros recorrí buscando la información y con el que conseguí que a los que hacíamos radio también se nos premiase.
Estas historias algún día se las contaré a mi nieto Eduardo, para explicarle que lo que ahora hacemos todos los domingos, su abuela y yo a través del Skype, tiene su inicio de palabra hace más de cincuenta años cuando una señora le daba a una manivela de una aparato telefónico para poder tener línea y hablar entre dos pueblos distantes poco más de 20 kilómetros. Eran los tiempos en los que nuestro país salía a duras penas de la posguerra. Eran los tiempos de las familias en torno a un receptor de radio. Esa Radio que sigue estando en mi corazón todos los días, y que peina canas como yo.

Medio siglo en la onda

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