Condenados a entenderse

Como si de una película se tratase estamos en una especie de encuentro en segunda fase. La previa a tener que enfrentarnos a la tercera que sería con urnas de por medio. Se trata de unos encuentros en una nueva galaxia –parodiando el filme– entre los populares y los socialistas con sus máximos dirigentes encabezando las conversaciones para intentar sacar a este país del impasse en el que lo tuvo atenazado otro socialista, que no quiso saber nada que pudiera beneficiar a la gran mayoría de los españoles, pero sí a sus aduladores y corte cercana, que se veían ya con cargos y en coches oficiales saliendo de los ministerios y de la propia Moncloa.
Dos curtidos líderes políticos con muchos años de experiencia a sus espaldas, Mariano Rajoy y Javier Fernández, están condenados a entenderse en los próximos días. El tiempo apremia. Los días corren a velocidad de vértigo y seguimos igual que hace largos diez meses cuando tuvimos que votar y el resultado produjo, en dos ocasiones, este largo paréntesis de Gobierno en funciones. El día 31 de octubre está demasiado cerca. En esa fecha se acaban los plazos.
Tienen que entenderse para recuperar el equilibrio estático de unas actuaciones políticas que parecen más hechas por funambulistas paseándose por la cuerda floja que por representantes del pueblo y que deberían tener como eje central de su actuación el servicio público en beneficio de la colectividad que les ha otorgado sus votos.
Considero que este primer entendimiento para desbloquear la investidura y que empiece a funcionar la actual legislatura debe tener continuidad futura. O sea, que los populares y los socialistas, con el apoyo desde fuera de los integrantes de Ciudadanos, deben unir fuerzas para que no se produzcan posibles chantajes de determinadas fuerzas políticas vinculadas al nacionalismo, separatismo y a la izquierda asamblearia que amenazan con retirar sus apoyos en comunidades autónomas y ayuntamientos que en estos momentos gobiernan los socialistas. No hablo de la gran coalición que se generó en otros países. Hablo de acuerdos puntuales para que las fuerzas emergentes del populismo no intenten manejar a su antojo las instituciones.
Por lo tanto, insisto, los populares y los socialistas están condenados a entenderse y recuperar los consensos de otros tiempos. No hacerlo sería mantener a este país en un pozo en el que no se ve la luz ni la salida. 

Condenados a entenderse

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