USÍAS

El coronel no tiene quien le escriba mientras nuestros jueces y magistrados polarizan atracción mediática. Ambos tienen tratamiento de usía; pero uno se juegan la vida con los soldados de su regimiento en misiones humanitarias o castrenses cumpliendo compromisos españoles, y el otro, pasea su palmito por audiencias y juzgados pontificando sobre todo lo divino y humano...
¡Cuidado que nuestros santificadores del derecho –desde semejante perspectiva– se han mostrado susceptibles! No les vale que la gente normal ponga en entredicho sus sentencias, que dejan atónitos por su incongruencia, sino que pretenden que nadie –Gobierno incluido– pueda criticarles.
¡Ni que tuviesen hilo directo con la señora de ojos vendados y balanza al canto! Olvidan –imbuidos de su encarnación de éforos– que son unos funcionarios corrientes cuyos emolumentos pagamos todos con nuestros impuestos. Nada nos dan que no merezcamos y están ahí para servir y recordarles su obligación de “honeste vivere, alterum non laedare y sunt cuique tribuere”.
Además tienen compromiso vocacional de hilar muy fino sin que incline la vara de la justicia ni la bolsa del poderoso ni las lágrimas del humilde (Don Quijote dixit). O aplicando la resolución del dux shakeasperiano en “El mercader de Venecia” al observar la máxima del Digesto: “No todo lo que es lícito es honesto”.
Por eso ha chocado y levantado erupciones en la piel ciudadana los desairados miembros del Tribunal Supremo, molestos por las opiniones de ministros del Ejecutivo ante la excarcelación masiva de etarras en claro desprecio a las víctimas del tiro en la nuca y de la bomba irracional. Conducta tanto más estúpida y absoleta cuando otros jueces del mismo órgano jurisdiccional compartieron distinta opinión.
El derecho –sin huella de dogmatismo– debe buscar la igualdad entre el dolor padecido por la víctima y la pena impuesta al asesino..

USÍAS

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