LA TOGA POR LOS SUELOS

Seguramente por deformación profesional siempre he sentido un profundísimo respeto por los jueces. Severos o misericordiosos, normativos a rajatabla o interpretativos, progresistas o conservadores, aceptaba la dignidad de sus togas y puñetas. Su aspiración por equilibrar situaciones, dando a cada uno lo suyo, influyera en mi vocación de subir a estrados, me fuesen favorables o no las sentencias.
Ahora añada usted, lector amigo, un silogismo personal para comprender mi visión del derecho, Así Montesquieu y su doctrina sobre la división de poderes al objeto de mantener una gobernanza justa. Su famoso sistema de pesos y contrapesos al objeto de meter en cintura a los poderes del Estado –Legislativo, Ejecutivo y Judicial– para que no sea tiránico. De esta manera las cosas podrían funcionar sin cachondeos ni trastiendas, cumpliendo cuanto exige un Estado de Derecho indubitado, pues aunque sea amigo de Platón, más lo soy de la verdad. Lo exige el peso de la toga que se sirve.
Y ahora, este evangelio laico donde fundo mis creencias, se me ha quemado como traca de fuegos artificiales o derribado como castillo de naipes. La torrentera de decisiones injustas lo venía anunciando hace tiempo, pero siempre confiaba en un momento feliz para limpiar las togas enlodadas. Esta maldita hoja de ruta Zapatero-Rajoy que abre las cárceles a sanguinarios etarras y humilla a inocentes víctimas que aportaron su coraje y dolor. No es justicia condonar penas de asesinos con los sufrimientos de sus víctimas. Semeja burlona propuesta teatral de magistrados, mientras la justicia se encuentra en escena, o los sarcásticos entuertos a los que alude Sófocles en “Electra”. A mayor carnavalada corporativista pregunto: ¿Qué opinan del archivo por el Consejo General del Poder Judicial de la denuncia por sedición de 33 jueces catalanes el 9 de noviembre?

LA TOGA POR LOS SUELOS

Te puede interesar