SILENCIOSOS SUFRIDORES

Sé que a dineros dados, brazos cansados. La afirmación advierte que no deben abonarse obras por adelantado, pues quien los recibe pierde estímulo para rematarlas. ¡Pero de aquí al abusivo tráfico de nuestras entidades bancarias media un abismo! Porque resulta que nuestros dineros depositados lo son según se mire. A los hechos me remito. El pasado lunes necesité retirar una pequeña cantidad de mi cuenta corriente en la oficina principal de Deutsche Bank (avenida de Linares Rivas, 12.30 horas). Me dejaron estupefacto. Por una avería del sistema informático tenían bloqueada la caja. Me resisto a creer que en el siglo de los robots y comunicación estos establecimientos no funcionen si la técnica les juega una mala pasada.
¡Qué  busquen alternativas, mi santa, si se les estropea la lavadora, lo hace a mano! Tras mi reclamación –el perjudicado sería yo y no el banco– el director me remitió a la oficina central de correos, desplazamiento y aledaños incluidos sobre mis muchos años, recordando a Rothschild al ver su primer hijo:”¡ Pobre! Jamás sabrá lo que es ser joven, porque nació banquero”. Prosiguieron mis cuitas seducido por la autopista “olvídese de las comisiones”.
Así llegué a Nova Galicia Abanca, rescatada con los impuestos de todos (sucursal Juana de Vega, 13,50 horas), para ingresar en una cuenta corriente de un cliente de la misma un dinero adeuda. ¡Tienen memoria de elefante! Pese a no ser transferencia, cheque o pagará ajenos se me cobró una gestión burocrática...
Sufridores silenciosos. Juegan con lo nuestro. Tal le sucedido a Irene, una buena amiga, en su Huelva natal. Necesitó retirar 400 euros de su cuenta y al ir a cobrar el cheque el funcionario de ventanilla le explicó qué para eso estaba e1 cajero automático: “Acá sólo se despachan cantidades superiores a mil euros”. Con la serena guasa andaluza –mientras crecía la cola– extendió otro cheque por mil euros, guardó cuatrocientos en el bolso y ordenó: “Ingréseme estos seiscientos en mi cuenta…”