El satanizado Rajoy

Se ha satanizado tanto, con razón o sin ella, la conducta de Rajoy que pienso si la paradoja del personaje consiste en resolver si es un ángel derivado en demonio o un Belcebú transformado en estoico. No olvidemos que en esta línea identificamos la inteligencia con la parte más elevada del alma. Refugio adonde debemos retirarnos para defendernos de todo peligro y hallar las energías necesarias para vivir una vida digna de seres humanos. Lo deduzco de las meditaciones del emperador Marco Aurelio y que nuestro presidente en funciones parece seguir al pie de la letra. Ignoro si peca de introvertido o de soberbio. Quizá de ambos y alguno más aunque dé cien vueltas a cuantos le disputan el puesto, pese a su idiosincrasia y química personal. Por eso su calificación de “chisgarabís” –persona informal y aturdida–al Pedro de las negociaciones ha motivado que el socialista se rasgue las vestiduras cuando todos sabemos el insulto que infirió al de Pontevedra en un cara a cara televisivo.
Con todas sus amarguras, luces y sombras, Rajoy maneja una psicología y una moral tan frágiles e inevitables como la virtud de quienes forman piña contigo o te defraudan por mordidas y latrocinios. Su grandeza moral únicamente se ve afectada por su juicio propio sobre las cosas; pero aún así no son las cosas las que le angustian, sino las opiniones falsas que el mismo ha generado. Recordemos que si se mantiene recto o incorrupto, la inteligencia (“nous” estoico) le concederá la paz.
Máximas que desprecian por envidioso, voluble e hipócrita el poder del tirano populista frente a concebir la idea de una democracia igual para todos, regida por la equidad y la libertad de expresión, y una monarquía que valora por encima de todo la libertad de los ciudadanos. Campanadas del Libro IV que resuenan hoy: “No consideres las cosas como las juzga el petulante o como quiere que tú las juzgues, sino míralas como son” y “todo lo que es bello lo es por sí mismo”.

El satanizado Rajoy

Te puede interesar