RINCÓN CONMOVEDOR

Una vez más funcionó el boca a boca. Me lo dijeron: “Disfrutarás con ‘La jaula dorada’, película ofrecida estos días por nuestra cartelera”. En principio creí –leído el eslogan ¡Más que una portería... un rincón del paraíso!– repeticiones de “Aquí no hay quien viva”, famosa serie televisiva. Afortunadamente la comedia de Rubén Alves, coproducción lusofrancesa, encierra un mensaje redondo de esperanza, canto a la vida y análisis profundo de las interrelaciones humanas entre la entrega y el abuso, la hipocresía y la sinceridad, el amor y el egoísmo.
Les haría un flaco servicio si les contase el argumento. Quiero que vayan. Me lo agradecerán, pues además de la historia narrada posee excelente banda sonora y canciones que inundan el corazón. El inquieto director juega con sentimiento autobiográficos. Huye de la caricatura maximalista y subraya esos rasgos definidores que aíslan lo vulgar y hacen modelo a imitar. Un conjunto de brillantes actores, encabezados por Joaquim de Almeida y Rita Blanco, incrustados en hermosos paisajes galos y lusos.  
Obra conmovedora. Que pide paso. Recordé “Los mejores años de nuestra vida” –premiada y requetepremiada en Hollywood– que, pese a ser un buen título, no alcanzó la hogareña aceptación de “!Qué bello es vivir!”. Algo similar pudiera pasarle a esta preciosa jaula que nos encarcela. Barrotes poéticos entre la ternura de una lágrima o la resonante carcajada... Líbreme la ecuanimidad de transformar la categoría en anécdota al explicar mi orientación personal. Así creo que conviene olvidarse de académicos, críticos y estudiosos oficiales cuando se trata de diseccionar hasta el tuétano porque los apellidos vascos han dado en la producción más rentable económicamente del cine español de todos los tiempos o ver esta jaula portuguesa nos hace felices mientras comemos palomitas. ¿Vox populi, vox Dei?

RINCÓN CONMOVEDOR

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