RIAZOR CABALGA

Andan muy exigidos los seguidores deportivistas. Confiesan tremenda desilusión por las jornadas ya disputadas, donde el equipo blanquiazul solamente ha sumado cuatro puntos. Las pintadas en las paredes del campo de Riazor lo confirman: “Víctor Fernández, dimisión” y “Tino, espabila con este primer aviso”. Llueven las críticas contra el entrenador y suenan clarines amenazantes contra un presidente elegido democráticamente por los socios.
No obstante, la masa siempre actúa así. Es resultadista y confunde deseos con realidades. Zamora no se ganó en una hora y el difícil camino –-financiero, económico, social y deportivo– presenta muchísimos obstáculos para alcanzar los niveles de aquel súper once que asombró al mundo mundial.
Ignoro si los jugadores están bien entrenados y motivados. Si su calidad es baja o regular. Si empezaron demasiado tarde o son incapaces de cerrar líneas y actuar acompasadamente como un acordeón. Donde orgánicamente todos debieran presionar para defender, esconder el balón en la cocina del medio campo y atacar como estiletes mortíferos la portería rival...
Sin embargo, por evidente, puedo afirmar que el equipo ha salido muy baratito y no contamos con monstruos como Ronaldo o Messi... Un camino donde los desahuciados de la Primera División –a base de coraje, trabajo, sudor, ilusión y entrega– deben luchar por mantenerse en el verde paraíso perdido.
Mientras uno piensa si la solución de nuestro primer club estará en superar filosóficamente su descamisamiento blanquiazul, los refranes populares, las aporías financieras o echar a los trepas sin escrúpulos, pues así superaría el tendón de Aquiles y la hoja nefasta caída sobre Sigfrido y se haría Cid Campeador ganando batallas después de muerto.
¿Cabalgamos Riazor cantando “vamos a ganar...”?

RIAZOR CABALGA

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