RÉQUIEM POR LA FERIA TAURINA

Último parte elegíaco. En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército liberal de aficionados a los toros, los rogelios antitouradas –y filósofos anti todo– han alcanzado sus últimos objetivos militares de cerrar un templo más de la Fiesta Nacional. Palpita sobre los ciudadanos el “va pensiero”, reducidos a esclavitud por tanto iluminado buenista. También se escuchan los versos de “longa noite de pedra” y anuncian banderines de enganche turísticos para pueblos oprimidos. Mientras tanto el soldado poeta –Miguel Hernández– describía al toro –ínsula de bravura dorada por exceso de oscuridad, elevando toreros a la gloria– y clamaba como hortelano por Ramón Sijé: “No hay extensión más grande que mi herida, / lloro mi desventura y sus conjuntos, / y siento más tu muerte que mi vida”.
Los negreros de la libertad. Los dictadores de pensamiento obligatorio. Los intérpretes de mi conciencia y responsabilidad individual cierran todas las puertas sin el más triste debate. Así, manu militari, por providencia testicular e “interés público” (¿de quién?), nuestro Ayuntamiento rescinde la feria taurina de agosto. Son estos antisistema y contra la casta. Los mismos evangelizadores de tiempos sonados que, desde su llegada a María Pita, no han cesado de frustrar consolidadas perspectivas coruñesas.
Echo un vistazo al devenir histórico nacional y pienso si se han podido equivocar tantos eruditos, filósofos, críticos, poetas, pintores, artistas y aficionados que glosaron, glosan y glosarán el arte de Cúchares. ¿Cómo es posible tanta irresponsabilidad colectiva? ¿Será cierto que los dioses ciegan a quienes quieren perder? Tal semejantes enredadores analfabetos que intentan echar a la hoguera nuestra cultura. Lo dice el pregonero: “Cuatro puntales sostienen la catedral del toreo. / Cuatro torres andaluzas eculpidas por el genio. / Juan Belmonte, Joselito, Rafael Gallo hechicero / y Manolete... / ¡Qué toreros!”. 

RÉQUIEM POR LA FERIA TAURINA

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