REGALOS, CAMBIOS, REBAJAS

Las tres “kas” de la baraja. Bade para ligar el full o acertar con el póquer. Reyes, regalos, recambios. Asistimos a tan efímero reinado estos días. Conmemoración de la Epifanía. Intercambio de cosas con que recordamos a familiares y amigos. Trueque subsiguiente de objetos porque ya se tenían o no eran de nuestro gusto. El intercambio comercial y su ejercicio –díganlo los “sufridos fenicios” en tiempos de crisis– siempre supone un reto que se acepta como esencia del alma empresarial, cuyo fin no es otro que ganar dinero gestionando un juego de azares, quebraderos de cabeza y esfuerzos por generar ganancias.
La coyuntura navideña advoca a donar cosas a los demás. Y ello supone riesgo de error. Por eso, inmediatamente a las fiestas, los establecimientos y grandes superficies inician sus campañas de rebajas, aun cuando muchas veces sean señuelos y engañifas. Pero nuestras gentes se distraen así y acuden a la convocatoria de abaratamiento de precios disputando prendas, luchando a brazo partido por conseguir un artículo que pretenden arrebatarle “enemigos” que solo les dejan objetos y cosas pasados de moda y tallas mastodónticas.
Somos frívolos. Estos días compramos por comprar. Repetimos conductas impulsivas: tres chaquetas, seis camisones, dos pares de zapatos, tres pantalones, un viejo televisor, electrodomésticos con fecha de caducidad rebasada, automóviles de quinta mano muy rodados. No olvidemos que el comercio no tiene otra virtud que vender por cien lo que ha costado veinte. El libre mercado establece y cumple leyes de común aceptación democrática. La criatura humana –sintetizamos– busca el placer, añora la felicidad y se reviste de esperanza. Por ello se desean y aceptan las parejas, se gozan las grandes obras y la esperanza es impartida por las religiones en sus credos.

REGALOS, CAMBIOS, REBAJAS

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