REFLEXIÓN ELEGÍACA

Ala tragedia de la base aérea de Los Llanos –ocho pilotos franceses, dos griegos y uno italiano muertos– ha venido a sumarse el soldado español en Líbano, cabo Francisco Soria Toledo, en misión humanitaria de casco azul integrado en un contingente de 580 militares españoles desplegados en misiones de paz. La oda de Horacio –dulce y noble es morir por la patria– provoca mi reflexión. El dolor me corroe y pienso cuanto debemos por gozar de vida plácida y segura. ¡Y las estrellas de nuestro egoísmo brillando a través de tanta negativa oscuridad en un mundo absurdo y demencial!
Sin pretenderlo me aferro a mi concepto de España hoy usado desde perspectiva peyorativa. Por eso resuena la elegía heroica de Bernardo López García aunque no fuese tan purista como su ardor castrense, vibrando en nuestras voces porque quedaba la fiel infantería que por saber morir también es capaz de vencer. La Patria –con mayúscula– subjetiviza lo nacional en las emociones: la épica, el honor, el medio ambiente, el río, el aire, la mar. Todo lo que es sensual –aseguró un joven poeta– dura poco. MIles y miles de primaveras se han marchitado y aún dos y dos siguen siendo cuatro. Rindámonos a los números y a su exactitud. o mismo que Wagner con su música inmortal canta al entierro del héroe en su inspirada cabalgata de valquirias.
Quiero ser hombre como Kipling. Manteniendo mi centinela y espíritu de servicio a los demás. Tranquilo. Ecuánime. Sin esperar prebendas ni engaños. Hasta la última gota de sangre.
Escribo con retórica patriotera, pero la ocasión lo merece, cual hiciera Concepción Arenal con comentarios que hoy firmaría cualquier ciudadano.
Cerremos con las palabras de alguien tan heterodoxo como Unamuno: “El desarrollo del amor al campanario solo es fecundo y sano cuando va de par con el desarrollo del amor a la patria universal humana...”.

REFLEXIÓN ELEGÍACA

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