Pescado o peixe

La Coruña es un don del mar que la abraza. Desafía mil rumbos mientras permanece amarrada a tierra firma y busca caminos de progreso, aventura y riqueza. Primero en el enclave del viejo puerto ártabro –surcado por naves de Julio César– y en la actualidad dotado con largos muelles para acodar trastlánticos, recibir graneles, modernas instalaciones petrolíferas y lonja de pescado fresco. Añadamos a ello la expansión de Punta Langosteira, el colosal nudo portuario y sus autopistas oceánicas último modelo.
Lo cierto, según informaba nuestro periódico, es que en los cinco primeros meses del año el puerto consolida primacía en descarga de pescado fresco. Incremento del 20% extensivo a otras actividades no menos reveladoras. turismo de cruceros y acopio y distribución de graneles líquidos. Singular hoja de ruta que avala la notable gestión realizada. Un futuro donde pueden pintarse los mejores horizontes.
El proverbio chino dice que si das un pez a un hombre comerá un día, pero si le enseñas a pescar comerá siempre. Son herramientas de buena educación: habilidad, esfuerzo, tesón y trabajo. Así, si cierro los ojos, recuerdo mis amaneceres infantiles en un chalé de la avenida de La Habana, interrumpido el sueño por el ruido de los zuecos marineros que desde Peruleiro bajaban a las barcas sitas a la altura de la caseta de consumos... Muslos de peces sorprendidos bajo caracola lunera, llenos de lumbre y frío en el dicho gitano; o en los peces de la amargura –recopilados por Fernando Aramburu– para explicar la tétrica realidad vasca, anhelos de paz y reconocimiento a unas víctimas que todavía hoy sufren las chulerías, fanfarronadas y crímenes de ETA. Unos ponen bombas y disparan en la nuca y otros, hipócritas, recogen las nueces ensangrentadas... ¿Pescado? ¿Peixe? Vale más el que se subasta en la lonja y va al mercado que ciento nadando mar adentro.