PASARELA HORIZONTE

Se aguarda con ansiedad el acontecimiento más esperado del año. Ese verano mil veces añorado que se muestra esquivo y renuente tras meses de temporales, vientos huracanados y lluvias copiosas. Lo que los científicos han dado en denominar ciclogénesis con gesto de aturdido estupor y babeo turulato… Sin embargo, los productos hortícolas y frutas de hueso que pueblan los mercados, supermercados y fiestas de guardar –sin olvidar los exámenes que afectan a la grey estudiantil- apuran las hojas del calendario y su comparecencia…
Así las alfombras rojas de nuestras playas se extienden –primorosas, acicaladas y juveniles- hacia la pasarela horizonte, mar magenta y cielo azul, donde el verano taconeará espléndida belleza para asombro de propios y extraños. Glamour festivo que entiende de brisa tonificante, sol tibio, aguas frías y naturaleza serena. Arenales cuidados. Maquillaje idóneo, cejas pintas, ojos embrujadores tras las pestañas postizas, labios voluptuosos bien diseñados. Rostro servido en melena recortada y fresca con sabor salado y un cuerpo cien que despierta madrigales de urgencia al pasear la orilla.
Máquinas bulliciosas y potentes arrastrando arenas invernales. Hombres que se afanan por dejar todo a punto. Responsables municipales que velan para que ningún borrón empañe tarea tan delicada. Playas firmes, primorosas, vitales. Mar y arena. Arena y mar. Eternos amantes abrazándose en el tirabuzón de las olas y el fragor de su espuma esperanzada. Todavía no están los socorristas para echar una mano a los ateos despistados que ignoran peligros ambientales, pero el servicio se atenderá en tiempo record…
Atenciones. Cordialidad. Perfecto estado de revista. Brillante menú que ofrecer a cuantos nos visiten. Cielo ámbar y horizonte limpio. Dos “talluditas” en biquini charlan tendidas sobre las toallas.

PASARELA HORIZONTE

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