Papemos

Ya lo advertía el Eclesiastés y confirmaba, pasados los años, Julio César al pasar el Rubicón. No hay nada nuevo. Todo se repite históricamente por mucha actualidad que presenten los casos. Ahí aparecen los papemos comiéndose ellos solitos cuando pertenece a muchos. Tal entiende nuestro Pablo su apostolado sobre los antisistemas.
Primero mucha democracia asamblearia y directa. Después un diáfano contra el orden establecido y normas constitucionales. Acá únicamente valen las promesas metafísicas de falsos paraísos y felicidades infinitas. Mucha libertad para el descaminado y su coleta, propaganda en televisiones, emisoras radiofónicas y periódicos de primera línea aprovechando la crisis sufrida por el país y las trayectorias suicidad de populares y socialistas enfrascados en atizarse leña y dejar libre el campo electoral.
Desgraciadamente también Podemos incurre en viejos vicios y deja al aire desvergüenzas ideológicas, apuntándose al poder como punto de inflexión y arranque. “Me apartaré si vosotros queréis elegir a otro”. Lo dice pero no lo hace. La casta –siempre vituperada y rechazada de boca–, el poder y el dinero constituyen polares del rumbo que interesa.
Así Monedero, segundo palmero oficial, diseñará el programa. Mientras se ahoga la información amordazando a los periodistas no afines sin dejarles presenciar el debate convocado. O el ateo confeso revela que asaltará el cielo ejerciendo pura narcisismo, creyéndose el superhombre nietzscheano que predijera la muerte de Dios.
Una larguísima palabreja alemana (asaltantes del cielo) escrita en carta a Kugelmann por Karl Marx es reveladora respecto a la consolidación de Pablo Iglesias como macho alfa, consumidor de viagra revolucionaria y al que sus fans pellizcan el culo cual si fuera el de aquella Ramona de los setenta... Añadamos a ello que si Sigmund Freud estudia su complejo de superioridad elabora otra teoría del psicoanálisis.

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