EL ORÁCULO DE EL PORTIÑO

Esta ocasión la cita con Petapouco me dejó atónito. Paseo Marítimo, inmediato al Portiño, en un pequeño galpón cuyos pies besaban las olas. “Ahora –explicó– me consagro al estudio del futuro. Busco e indago las señales de cuanto pueda acaecer mañana. Más que nunca necesitamos indicios reveladores. La situación deviene demasiado achuchada para que nos acostemos sin ningún temor a despertar”.
Permanecía serio mientras una sonrisa esotérica fluía de sus labios. “Aquí no hay bolas enigmáticas ni vísceras de animales que observar –prosiguió–, pero el oráculo es tan bueno como el famosísimo de Delfos. Tampoco soy sibila ni pitonisa mas el destino me ha confiado su embajada planipotenciara y mi oráculo de El Portiño escribirá grandes vaticinios y descorrerá abundantes tinieblas. A la sazón me aconseja que nos refugiemos tras muros de prudencia. Nuestra sociedad padece graves carencias, le aquejan grandes males y sus valores se han volatizado sin remisión. No se trata de la superada dicotomía izquierda y derecha, sino de la confusión ideológica, pues hay ricos ricos muy ricos en la siniestra y pobres muy pobres afiliados a la diestra. Quizá lo único que perviva es la ordinariez de que hacen gala los progres y la soberbia identificadora de los fachas. Seguramente los aforismos –arte manual de Baltasar Gracián– deparen un salvaconducto para superar en parte los males actuales. Recordemos que lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y si la rectitud ética preside nuestra conducta la sociedad tendrá mucho ganado al caminar con paso firme y precavernos de cuantos sinvergüenzas quieran medrar para su provecho. Pensemos que así como fue dicho “la vida es milicia y debe vivirse con espíritu de sacrificio”, la sentencia didáctica del escritor barroco propone desafiante: “Milicia es la vida del hombre contra la malicia del hombre”.

EL ORÁCULO DE EL PORTIÑO

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