Lo mismo de siempre

“Nada es nuevo en este mundo ni nadie puede decir he aquí una cosa nueva porque ya existió en los siglos anteriores a nosotros...”. La frase del Eclesiastés, dicha hace una porrada de años, nadie parece asimilarla. Ahora con el cambio de lenguaje científico parece que define fenómenos distintos cuando todo sigue siendo igual. Antes se hablaba de temporal y hoy de ciclogénesis, pero el viento sopla huracanado sobre La Coruña, llueve copiosamente y se multiplican rayos y truenos.
En mi niñez aseguraban que en la calle de la Alameda echaban cubos de agua desde los balcones y yo me esforzaba por descubrir aquellos malos vecinos que castigaban a los peatones... únicamente que fuese por su maldad acrisolada de haberse iniciado en unas cuadras existentes en aquel lugar la última epidemia de cólera sufrida por nuestra ciudad.
Desde semejante perspectiva, pese al progreso innegable, muchas veces intentamos variar la senda de los elefantes. Tal lo sucedido con las playas de Riazor, el Orzán y Berberiana, sus ampliaciones, y la contumacia arrolladora de la naturaleza reclamando sus derechos. Nuestros antiguos podrían ser menos ilustrados pero no tontos. Así recuerdo los rompeolas sitos, respectivamente, a la altura de la casa de baños “La salud –hoy casa de Siso– y de la fábrica de maderas Cervigón, sin olvidar por supuesto la larga escollera existente desde “La coraza” hasta los salesianos.
Y claro se echan unas cuantas arenas y creemos que el mar se mostrará dócil con las grandes mareas y turbulencias atmosféricas. Acá llueve siempre y Vivaldi no podría componer sus cuatro estaciones.
Más o menos la mil veces fracasada campaña educadora para los Riazor Blues. A ellos les importa un pito nuestra urbe y el Dépor. Solo quieren narcisismo y protagonismo de macarras insultando al jugador celtista Rafinha: “Tú, vigués, puto portugués”... Olas de seis metros que se llevan por delante las barreras de dunas artificiales.

Lo mismo de siempre

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