MISÁNTROPO

Exhibición del teatro como arte. Sus recovecos, escenas, diálogos. Denuncias. Análisis sociales. La hipocresía constante dramática mantenida por Moliere a lo largo de su extensa y triunfal producción. Y desde el fondo burlón y cáustico un énfasis moral que lo apresa en sus redes. Así lo ha entendido Kamikaze. Sobresaliente elenco que estrenó en el Rosalía, ciclo principal, “Misántropo”. Versión y dirección de un inspirado Miguel del Arco. Dos representaciones con llenos agobiantes. El milagro colectivo arranca de conservar toda la serena riqueza e inquietud del texto original. Tozuda apuesta por arrancar a la vida sus roles ridículos e hipócritas vistiéndolos con moda actual.
Una magnífica y armónica sintonía donde cada pieza tiene precisión relojera suiza. Música, coreografía, efectos especiales, proyecciones, vídeo. Los siete personajes se multiplican y orientan interrelaciones sobre una oblicua y oscura escenografía urbana. Salida de restaurantes, farola de alumbrado público, objetos de hostelería, contenedores de basura, etc. Participación colectiva de personajes. Reminiscencias de teatro negro o del famoso mito de la caverna griego...
El protagonista Alcestes, muy bien encarnado por Israel Elejalde, busca la verdad. Enamorado atrabilario, según confesión de su autor, es virtuoso. Quiere servir a la verdad como tema delicado. Y extrema rechazo inevitable hacia los otros, conforme los ve y analiza. Desde tal perspectiva podríamos definirlo antagonista de Tartufo... Y un individuo de tanta grandeza ética, pese a su obstinación y terquedad, solo puede marcharse de la sociedad que reniega hacia un destierro o cenobio. Por eso al final abandona el palco escénico mientras pregona que acaso en la soledad errante pueda encontrar su libertad honrada.
Matrícula cum laude a todos los integrantes de la compañía. Destacan las grabaciones musicales.

MISÁNTROPO

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