El mareador mareado

Escribo sobre un mareador mareado, vareador vareado, lenguaraz deslenguado. No menciono su nombre. Sería dar importancia a lo que no la tiene. Se impone el ninguneo como artículo de primera calidad. Con este poetrasto de vía estrecha que jamás ha trabajado y ha sabido incrustarse en la marcha del río político para ganar dineros muy apetecibles y opinar sobre cualquier tema. Vale de la raza o de sinergia ideológica ramplona transformado en “bate” de un equipo de béisbol  –jugador encargado de golpear la pelota lanzada por el “pitcher”– y aquí en Galicia con misión de someter a los ciudadanos que piensan distinto. 
Pues este tipejo –vía tuitera, pues otra línea argumental no posee– ha calificado de ignorante al pueblo gallego por el resultado de las últimas elecciones autonómicas con mayoría absoluta revalidada por Núñez Feijoo. Añadiendo otras perlas: “Pueblo extraño el nuestro”. “Esclavos que votan al amo, al señorito, al cacique, al que manda, a los de siempre”. Después, se muestra un falso arrepentimiento ocultando la mano que lanzó la piedra, pidiendo disculpas y pelillos a la mar… Mucha visceralidad, arrebato, perdiendo no solo las riendas sino el caballo. 
Lo menos, si fuese diputado consecuente con su hoja de servicios públicos, sería dimitir y entregar al acta. Sin embargo, son correlegionarios cuspidiños. Incluida la podemita de Zaragoza, Rosa María Artal, señalando el franquismo ideológico que aún perdura en Galicia. Pero a mí no me valen disculpas, ni presento la mejilla izquierda cuando me abofetean la derecha, ni perdono setenta veces… El insulto dialéctico subsiste por eso acuso al ofensor de injurioso, ultrajante, vituperador, insolente, afrentoso, vejatorio, despreciativo, humillante y un montón de sinónimos más por sus declaraciones nacidas del odio, la rabia y la desesperación…
¿Puede un “cursi” hablar de “moda” democrática?

El mareador mareado

Te puede interesar