MAREA ELECTORAL

Nuestro alcalde, Xulio Ferreiro, no da puntada sin hilo. Quiere todo el poder en sus manos. Si anteayer asumía las responsabilidades de las cuatro áreas del Gobierno local, hogaño presidirá los seis órganos municipales colegiados. El ser mandamás corrompe pero estar fuera corrompe mucho más. 
Así, cara a las próximas elecciones generales, la Marea seguirá luchando contra el antiguo régimen aplicando nueva política de palo y tentetieso olvidando cuanto piensen minorías y mayorías. Ciudadanos que no merecen un segundo de atención. 
Aquí solo vale el pensamiento único aprovechando los resortes de la nefasta ley electoral que rige nuestra democracia. Y dar espalda a todo, descalificando labores precedentes para rectificar públicamente tras haber metido la pata.
El buen gobierno no radica en ser perejil de todas las salsas. La dirección de los asuntos públicos requiere puño de hierro en guante de seda. Quien mucho abarca poco aprieta y las resoluciones han de ser racionales y contrastadas con la realidad. Felipe II, aquel rey prudente, incurrió en retrasar asuntos vitales por afán de conocer todas las cuestiones. Luis XIV, por  contra, supo rodearse de ministros capaces que le llevaron al estado absoluto admitiendo tradiciones profanas y creencias religiosas aunque fuera agnóstico.
No puede decirse que no como norma de conducta sistemática. Vale independizarse de Podemos-que solo aspira a pescar en río bolivariano trasnochado-pero Xulio Ferreiro tiene que descamisarse de su casta original bloquera. 
Y buscar programas de actuaciones concretas. El nihilismo es mal compañero de viaje y nuestro primer regidor se proyecta como simple agencia electoral destructiva-vía twitter antisistema-vindicando activismo revolucionario, horizontes lenilistas y rogelios de memez histérica para derribar a este gran gigante que es España. 
Un político piensa en las urnas; un estadista, en las próximas generaciones.

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