Una joya coruñesa

Estoy cansado de tanto papanatismo vecinal y sus banderas de protesta al viento. De tantos que critican al concejo por su plan de obras que redundará en beneficio de la comunidad. Sea el túnel de María Pita, urbanización peatonal de La Marina, ordenación provisional de tráfico, terminar la Tercera Ronda, dar un carril más a Lavedra, ampliar Alvedro, rematar las grandes infraestructuras de punta Langosteira, tender líneas ferroviarias a la autopista… Claro que nuestra urbe guarda similitud con el manto de Penélope, tejiéndose y destejiéndose mientras el mariposón de Ulises visitaba todos los prostíbulos del Mediterráneo. Sin embargo, las ciudades se hacen así. Sin límites. Aunque susciten envidias a los vecinos sureños por ocupación aérea, tráfico de mercancías, llegada de cruceros o ascenso a Primera División de Depor, club de fútbol centenario más laureado de Galicia.
Por eso me asquean tantas mentiras mendaces, repetidas sistemáticamente desde la capital autonómica y terrenos aledaños, incluida la telegaita –pagada por todos– que se empeña en poner obstáculos a La Coruña, locomotora del país. Por ello bebo en “Fontelimpa”, revista del colegio de abogados herculino, que informa sobre el comienzo de las obras de reforma de la antigua Fábrica de Tabacos, futura sede de la Audiencia Provincial, Fiscalía, Juzgados de Menores y de Vigilancia Penitenciaria.
Porque estos días he visto en Madrid –funcional puesta a punto del museo Arqueológico Nacional– una joya coruñesa primorosamente ofrecida para estudio y contemplación. Una lápida de sepulcro hallada en 1861 al construir nuestro famoso centro tabaquero. Los eruditos discuten si era una o dos. Lo cierto es que se encontró en la Peña de los Judíos, antiguo cementerio hebreo coruñés de los años 1000-1100. Se lee muy bien la inscripción funeraria: “Doña Seti mujer de don Ishaq el Qarol (¿). Descansa en el Edén”. ¡Olvidar de dónde venimos y permitir que nos “roben”…!

Una joya coruñesa

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