Joseba

Mi santa y yo hemos recibido un magnífico regalo este fin de semana. Nos ha visitado Joseba, un nieto que trabaja en Barcelona. Sus noticias son directas. De primera mano como emigrante catalán. Primero nos ha informado sobre la realidad social que allí se vive. Distinta a la virtual divulgada por Mas y sus secuaces de delirante soberanía aferrados al 3% de comisiones, alteración sistemática histórica y tergiversación suprema del “seny”, por obra y gracia del clan Pujol y similares. Mi nieto defiende Cataluña, su espacio de desarrollo, convivencia y buena acogida cordial para cuantos trabajan allí responsablemente. 
Después alude al viaje aéreo sobrevolando masas de nubes cerradas. Hasta el aviso de la azafata “abróchense los cinturones, vamos a aterrizar”. El pirulí encendido de la refinería que salta al encuentro para alumbrar la impresionante perspectiva del Puerto Exterior mucho más grande que La Coruña entera. Una obra humana colosal que iguala y supera las maravillas de la antigüedad y de la Edad Moderna. “Ese es el camino, abuelo. Por ahí encontrará nuestra ciudad su progreso”.
Dije mil veces que he sido y soy un hombre muy afortunado. Tuve padres solidarios, comprensivos y libres. Me educaron bien y creo que he sabido transmitir estas armas a hijos y nietos. No pueden ponerse diques a la formación. Al contrario, conviene dar alas a las generaciones como único remedio para que el amor familiar fructifique venciendo las dificultades más adversas.
Joseba, mi nieto, sabe mucho de amor filial a sus padres y fraterno a sus consanguíneos. Siempre sacrificándose por los otros. Tras una seriedad confortadora y una alegría transcendente. Convencido que dado el mundo hipócrita que le ha tocado sufrir, lo que él no haga por los demás quedará sin hacer eternamente. Como tender la mano, ser generoso con los extraños y abrir su corazón de par en par…

Joseba

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