HIPÓCRITAS

Parto de cualquier vida humana merece todo mi respeto y que las guerras, pese a su contumaz reiteración, me dan náuseas, impotencia y una profunda amargura. Por ello comparto el artículo “Decepción y tristeza”, firmado por Jacobo Israel Garzón, sobre la inquina sobrevenida contra los judíos en su conflicto bélico con los palestinos.
Concluye que, pese a ser español, se formula hoy la pregunta que el judío germano se hacía en los años treinta en Alemania: “¿Cómo no me he dado cuenta de que tantos convecinos me odiaban, no por lo que hay hecho, sino por lo que soy?”
Soslayemos cifras de muertos en Siria y en Gaza, personal civil y niños utilizados por Hamas como escudos, el armamento y las tácticas militares… Destaquemos el antisemitismo sistemático. Elaborado a conciencia. Desprecio a la comunidad judía culpable de todos los males que aquejan al mundo. Hay que arrasar su cultura y borrarla de la faz de la tierra.
Son los odios sembrados que recogen madres de conflictos y de batallas. Aplicado a nuestro país el Gobierno vasco ha lanzado un auténtico alarido ultrasónico por la reciente condena de unos miembros de ETA. Igualito que con los israelitas al defender su supervivencia.
Aquí tampoco hay arrepentimiento colectivo, entrega de armas y pedir perdón a las víctimas. Únicamente mucha hipocresía como eslogan de humanismo moral. Política abductiva de pasar página y a otra cosa. Quieren que olvidemos lavándonos el cerebro. El cero y el infinito.
Los viejos rogelios y los nuevos poblemos. Subcultura de violencia y odio inextinguibles. Una esquizofrenia social que justifica cualquier opresión física y espiritual.
Nos lo advierte para siempre jamás Josefina Saavedra, esposa de un guardia civil abatido por ETA: “Cuando asesinaron a mi marido, a la puerta del colegio de mi hijo, estaba delante el niño que tenía nueve años. Le vaciaron el cargador en el cuerpo. Siete balas. La primera imagen que ve todos los días al despertarse es la de su padre, tiroteado”. Y terminaba: “Mis hijos no sienten odio, pero sí afán de justicia”.

HIPÓCRITAS

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