¿Un hervor más…?

Ambiciones no les faltan para mandar. Pero les falta aptitud jurídica de gobernanza. Son como aquel príncipe idiota de Dostowieski (sin sus virtudes), el marqués de Esquilache en España o el buenismo de Azaña que, echando culpas a cuantos le rodeaban, no se consideró nunca responsable del fracaso de la II República, presidida por él.
Ahora, sin taras genéticas físicas ni intelectuales, saltan paraditos atónitos sin capacidad de gestión de la administración pública. Les falta un hervor. Cuspidiños en conjunto de déficit perdedor y fracaso anunciado. Son esas Mareas que van del bracete de Podemos a conquistar San Cayetano.
Entre las siglas variadas de partidos políticos se ofrecen con sus boinas, gorras de bisera y vestidos informales a pasar al progreso del Rubicón que después quedará con el motor gripado para conseguir deslizarse al estado de bienestar.
Antisistemas de bulerías y tiribuzones de olas. Mares de promesas en desiertos de obras inalcanzadas. Incluso un magistrado se apunta a encabezar la lista, porque abandonando la judicatura conseguirá mejor dar a cada uno lo suyo.
Nacidos para ganar, superado el crucero anual, sólo trae retales de viejos harapos rogelios, terca revolución pendiente y trabajo estajonovista para someternos a esclavitud.
Del ocio al infinito. Tirados por el suelo los capítulos de los presupuestos a la hora de debatir la representación ciudadana y los buenos dineros que embolsan los destinados a ocupar las poltronas partidócratas gracias a los impuestos que sufraga Juan pueblo.
Lo malo es que algunas veces la pleamar se cabrea y traga inmisericorde las playas de Riazor y Orzán, agitadas por las tempestad grandiosa del viento huracanado, las olas de seis metros, la lluvia horizontal y el berrido aullanto que recorre la urbe.

¿Un hervor más…?

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