García Lorca, en el Ágora

Hoy y mañana, 20,30 horas, Centro Ágora comparece con su grupo de teatro-entradas con invitación a recoger en la conserjería del local municipal-para representar la obra de Federico García Lorca “Yerma”. Colabora en el debut el grupo de baile Soniquete de la Casa de Andalucía. Ambos bajo la dirección audaz y retadora de Víctor Díaz Barús, pragmático e inquieto intelectual.
Parece justo hacer balance de cuanto los adoradores de Talía deben a tipos como Díaz Barús. Montar, elegir y escenificar textos. Buscar telares y mobiliario. Dar con los actores idóneos. Ocuparse de la última luz o del tramyista descuidado que puede dar al traste con la representación. Coordinar a figurantes, carpinteros, electricistas, vestuario, público asistente… Un mundo rico en perspectivas tentadoras y perverso en ruidosos fracasos, aceptando riesgo y compromiso. Porque “Yerma” es obra de perenne vigencia aunque su creador haya hecho mutis por el foro, pues subsiste con el clamoroso silencio en el tiempo actual donde el crecimiento de población es negativo y la grey infantil se haya ido tras el flautista de Hamelin… también es de justicia destacar el cartel propagandístico-complejo en su endiablada sencillez magenta, figuras, bailarinas y bordados-firmado por el pintor M. Albal.
Una trilogía clásica a la española. Incompleta. Sin rematar, ya que la poesía se lo llevó cuando iniciaba “La destrucción de Sodoma” y contaba con “Bodas de sangre” y “Yerma”. Precisamente sobre el último título insistía el autor en que había procurado guardar fidelidad a los cánones. Así “Yerma” no tiene argumento. Es un carácter desarrollado en el transcurso de seis cuadros. Coros que comentan hechos y bailes que le dan alma. ¿Protagonista inocente en su infecundidad o Juan, su marido, héroe trágico? Hay quien alude a erotismo biológico, deseo genético, tragedia de la libido frustrada… ¿No valen como seducción para verla?

García Lorca, en el Ágora

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