Empatía electoral

Como la mayoría de los compatriotas me pregunto que será de nosotros tras la consulta electoral del 26-J. Un enigma, obsesivo y preocupante, ante lo mucho que arriesgamos. Sé a quién no votaré. Demasiados bolivarianos y comunistas pereclitados que intentan bajarnos el cielo con las manos- eso dicen- cuando ya han demostrado y requetedemostrado impericia para gobernar, odio a los antagonistas y deseos por apropiarse bienes y caudales públicos. Parádojica casta real, nacida en Puerta del Sol y televisiones amigas, amarillenta y fagocitaria de tardo antisistemas ideológico y populista.
Tampoco tengo muy claras otras opciones que veo cojitrancas, aunque el corazón me incline hacia el voto útil que la razón jamás comprenderá. Es la empatía para evitar rechazos y exclusiones. “Un don que permite absorber lo que el otro vive dentro de uno mismo (Edith Stein). Así vuelvo ojos al mayor dramaturgo español contemporáneo en comunicación directa con el Siglo de Oro: Buero Vallejo. Hoy semitapado por falsa progresía envidiosa que con sus tinieblas intentan apagar la luz de su genio. Conciencia viva de nuestro tiempo. Arte y fuerza universal donde no existe un destino fatal, sino percepción de que cada criatura humana puede mejorar el mundo.
A mí me basta mejorar España. Mis inquietudes. Ardor por los otros. Serenidad y paz. Que todos nos respetemos en el ejercicio de nuestras libertades sin que nadie pisotee a nadie. Antonio Buero y la agonía superada en el esfuerzo. Desde su historia de la escalera, donde las generaciones repiten extravíos, hasta el Esquilache soñador de un pueblo con tinieblas transparentes. En nuestro autor palpita la ardiente oscuridad del ciego o el brillantísimo estrambote del concierto popular de San Ovidio. ¿Me visitará de madrugada el 26-J Buero para ilustrar el sueño de mi razón?
 

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