ELOGIO POLICIAL

Las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, bajo la dependencia del Gobierno, tendrán como misión proteger el libre ejercicio de los derechos y libertades y garantizar la seguridad ciudadana. Aunque lo afirma nuestra vigente Constitución (art. 104), convocantes y asiduos de marchas por indignidades o cualquier otro motivo parecen ignorarlo. Así demuestran los últimos acontecimientos de Madrid. La ira y agresiones violentas hacen río revuelto de las penurias e inquietudes del pueblo sufridor... Estos profesionales de la algarada callejera –perfectamente organizados en guerrilla urbana trashumante– invocan los derechos humanos y, sin embargo, vuelcan su odio delirante sobre los servidores del orden que con ridículos salarios, grandes sacrificios y afanes ininterrumpidos dan la vida y su integridad física por todos nosotros.
Pues cualquier estudiante novato en economía política sabe que sin protección policial no puede darse la convivencia, sea como magistrado del Supremo o simple y también necesario barrendero. Lo demostró el mayo francés del 68con Marcuse y compañía apoyados por los “hijos de papá” y una burguesía progre, estupefacta en cuanto el cohete explotó en sus manos y la revolución se evaporó... Siempre son los mismos perros con distintos collares. Ya recogía el precedente nuestra historia constitucional con el denominado “Manifiesto de los persas”, por aludir en su preámbulo a la costumbre persa de pasar cuatro días en caos y anarquía al fallecimiento del rey para acatar mejor al sucesor.
Hoy deseamos lo mismo. No queremos una policía tiránica, pero sí la queremos ecuánime, solidaria y disuasora. Fuerzas y cuerpos abnegados hasta la muerte en el cumplimiento del servicio, dado que la calle ni las instituciones son propiedad de energúmenos antisistema y el principal objetivo de quienes nos guardan es mantener la paz social y defender los derechos y libertades conciudadanas.

ELOGIO POLICIAL

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